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Luego de contemplar los ojos del joven frente a él y permanecer varios segundos sumergido en su excepcional color y apariencia, tomó aire, se apartó y sonrió, esa vez sí se dejó vencer. Estuvo casi seguro que fue la sonrisa más sincera que le había mostrado hasta ese momento, porque la emoción que le embargó fue de pura y sincera felicidad.

Viktor solo lo miró algo extrañado y entrecerró los ojos, le dijo algo parecido a si no le daba miedo o si no le generaba repulsión. Él dijo seguro que no, y negó con el rostro para confirmarlo. El peli rubio le sonrió nervioso a cambio y pudo escuchar como suspiraba bajo al parecer tranquilo.

Estuvieron un rato más, ambos algo nerviosos conversando de temas banales, como del lugar o de lo grande que era, y que para la próxima vez podrían ir cerca al lago para variar. En todo ese rato, Viktor no volvió a colocarse los lentes oscuros, y para él le fue inevitable querer mirarlo a los ojos cada vez que podía.

Cuando la hora de irse llegó, caminaron hasta el estacionamiento tranquilos, él señaló su auto, uno algo vintage descapotable, que no supo el por qué hizo reír a Viktor, y este le señaló su motocicleta negra que se veía muy robusta y difícil de conducir, y por supuesto pensó que concordaba completamente con su estilo.

Antes de irse, a él, en un momento de valor o locura, se le ocurrió una idea.

—Viktor —dijo con voz suave aún inseguro de lo que iba a pedir.

—Dime Horace —el nombrado se colocó sus lentes oscuros pero para verlo los bajó levemente.

—Puedes este... ¿venir otro día? —el joven le sonrió de forma casi imperceptible.

—Si es en este rango de horas si podría, solo dime el día y me organizo.

—¿Te parece el próximo lunes?

—Perfecto, pues acá nos vemos, a la hora de siempre entonces —Viktor se quedó quieto, supuso que esperando que él le diga algo más o termine de subirse al auto.

—Puedes... ¿Traer ropa algo más cómoda? —Horace miró su jean ajustado, sus botas, luego pasó al rostro blanquecino y le vio levantar una ceja sobre los lentes semi puestos.

—Mmm creo que... ¿si?

—Bien, pues acá nos vemos.

Sin esperar más se dió la vuelta, se metió a su auto y lo encendió; tan solo giró el rostro para ver como el peli largo se colocaba el casco subido a su motocicleta y como parte de su cabello suelto quedaba fuera. Resopló avanzando por la avenida sintiendo nuevamente todas esas emociones negativas abrumarlo de golpe.

Cogió el volante con fuerza frustrado, porque no entendía lo que estaba pasando, para nada, no tenía sentido alguno. Cruzó las calles lo más rápido que pudo, deseando tener el poder de cambiar las luces de los semáforos de color y llegar más pronto a su destino.

Ya que Dios le había dado ese defecto genético, pues nada le costaba darle algún poder de más, como la super velocidad, o volar.



Esa noche luego del trabajo ya en cama, algo más relajado como siempre le pasaba luego de tener esa horas en ese ambiente tranquilo y seguro, se puso a pensar en con qué valor le pidió a Viktor tal locura de hacerle ir con ropa más cómoda el próximo lunes, para nada se veía de los que compartían sus gustos, de seguro con eso lo alejaría, y a esas alturas, habiendo comprobado que en su presencia había sentido la misma paz y calma por segunda vez consecutiva, no quería ahuyentarlo, ni tampoco cuando confirmó que no se había equivocado la primera vez que lo vio, esa vez que pudo vislumbrar un atisbo del color de sus ojos. Ese día viéndolo de frente comprobó que eran del mismo color de los de su querido Anam.

empathy |LGBT| finalizadoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon