° Capítulo 11 °

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Mi mente aún no era capaz de admirar el hecho de que hoy era el último día del campamento. Intenté no pensar en todas las cosas que dejaría atrás al marcharme de aquí, pero era inevitable. Incluso buscando distracciones, por mi cabeza se repetían todos los recuerdos que había formado en mi estancia.

Las noches nadando con Levi, mirando las estrellas. Las tardes saliendo a correr con él, esperando ver animalitos. La competencia, en la cuál le dimos una buena paliza a Lucas, que lo hizo estallar de rabia y eso fue la causa de su expulsión, lo que resultó un alivio para todos.

También pensaba en mis compañeros de cabaña, todas las anécdotas, las risas, las tonterías y cosas tan sencillas cómo un "buenos días" que jamás podrían ser reemplazados. Los niños que cuidaba igual tenían un espacio en mis pensamientos, me entristecía tener que aceptar que probablemente no podría volver a verlos, a jugar juntos, a contarles cuentos, a sentarme a comer a su lado. Me distraje tanto que no noté a un niño pequeño que me jalaba de los pantalones para llamar mi atención.

—¿Qué pasa? —pregunto poniéndome de cuclillas para estar a su altura.

—Líder decir que tener que ir para bailar con todos —responde abrazando a su peluche de pingüino.

—Vamos pues —me levanto y extiendo mi mano para que la tome.

Caminamos con las manos unidas hasta llegar al grupo de niños que se acomoda en círculo alrededor del comedor. Empezamos a cantar y bailar todos juntos. Aprovecho cada sonrisa que me dedican los niños y disfruto de sus abrazos antes de verlos entrar de vuelta en sus cabañas para recoger sus pertenencias.

—Alguien te está esperando —habla Lisa, una asistente que lleva mucho tiempo trabajando para el campamento. No entiendo a lo que se refiere hasta que me doy la vuelta y me encuentro con el chico de cabello oscuro.

—¿Te han dicho que serías un excelente papá? —dice con una expresión divertida en su rostro.

—No, jamás me lo dijeron.

—Me alegra ser el primero.

—¿Qué te hace pensarlo?

—¿No te has visto alrededor de esas criaturas? Eres todo un bombón. Suave, tierno, dulce, lindo, apachurrable.

—¿Apachurrable?

—A lo que quiero llegar es que tienes un don con los niños. Ellos te adoran sin siquiera conocerte porque perciben tu energía.

—¿Qué tipo de energía?

—Del tipo que se parece a una estrella solitaria que con su propio y único brillo puede iluminar todo el cielo oscuro.

—Eso suena lindo.

—Así te percibe mucha gente, no solo los chiquillos.

—¿Tú también me percibes así?

—Te percibo de muchas maneras.

—Dame otro ejemplo.

—El tipo de persona que le da un toque inigualable a un grupo, eres la cereza del pastel. El color justo en medio de un arcoíris. Una clase de planta que es difícil de encontrar. Una persona llena de una vibra contagiosa que te hace sentir pleno.

—Yo te percibo cómo alguien fuerte, no solo físicamente, sino igual de voluntad. Tienes objetivos fijos y te propones mejorar cada día para conseguirlos. Eres alguien decidido, no titubeas cuando sabes que quieres algo. Y claramente, no hay forma de negarlo, eres jodidamente atractivo.

—¿En qué aspecto?

—En todos los aspectos posibles.

—Me agrada escuchar eso —me guiña un ojo.

AmnesiaWhere stories live. Discover now