° Capítulo 1 °

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—Levi, ¿ya terminaste de preparar tus cosas? —pregunta mi padre desde la sala.

Suelto un suspiro, era imposible que mi maleta no estuviera lista. Mi madre ha estado, según ella, ayudándome a empacar desde hace 3 semanas. En realidad, solo me ha recordado sin cesar todo lo que debo llevar, incluso cosas que para mí parecen innecesarias, pero si ella dice que las necesitaré en algún momento, yo no soy nadie para negar la palabra de una madre.

No le respondo, me limito a tomar mi maleta y bajar las escaleras hasta encontrarme con él. Le dedico una media sonrisa cuando noto que permanece en silencio mientras me observa con los brazos cruzados. Paso caminando a su lado, salgo de la casa y me dirijo hasta la camioneta. Dejo mis cosas en la parte de atrás y me subo al asiento del copiloto. Mi padre sube, pero tarda mucho tiempo en encender el motor.

—¿Qué sucede? —digo mientras intento desenredar mis audífonos.

—Comprendo que no te agrada mucho la idea de asistir al campamento, pero sabes que tu madre y yo lo hacemos por tu bien. Queremos verte feliz.

—Lo sé y lo entiendo —hago una pausa antes de dedicarle una mirada tranquilizadora—. Tal vez termine gustándome estar ahí —contesto encogiendo mis hombros.

—¿Prometes divertirte y no meterte en líos?

—Lo intentaré.

Una vez que escucho el sonido del motor, me pongo los audífonos y busco una lista de reproducción que vaya de acuerdo a mis ánimos del momento.

—¿No quieres reproducir tu música en la radio? Para que yo también pueda escucharla, los anuncios son muy repetitivos, aburridos e insoportables. ¿Cómo se llama eso... eso qué usan los jóvenes para conectarse al coche? —hace una mueca dejando en claro que intenta recordar el nombre.

—Bluetooth.

—¡Eso es! Necesito que me enseñes a usarlo y también deberás enseñarme cómo descargar música.

Asiento con la cabeza, esperando que deje a un lado el tema y quizás pueda escaparme para no conectarme a la radio. En realidad, me gusta mucho la actitud de mi padre, siempre ha demostrado interés en las cosas que me agradan, no obstante, para mí la sensación de escuchar música con auriculares nunca podrá compararse con ninguna otra, a excepción de un concierto.

—Anda, ¿no conectarás tu celular?

Muerdo el interior de mi labio, desconecto mis audífonos y activo la función del Bluetooth, una vez que me decido por una playlist las bocinas del coche comienzan a sonar. Desvío la mirada mientras canto mentalmente, mi padre permanece en silencio hasta que se reproduce una canción que ambos nos sabemos a la perfección.

Él comienza murmurando la letra y yo me uno, conforme pasan los segundos vamos aumentando el volumen hasta que llegamos al coro y estamos prácticamente cantando a todo pulmón. Disfruté aquellos 4 minutos más de lo que he disfrutado el tiempo en las últimas semanas. Cuando terminó la canción, él no tuvo que pedírmelo dos veces, sin tan siquiera pensarlo, volví a reproducirla y repetimos lo anterior.

Al finalizar la canción, papá me dedica una sonrisa de oreja a oreja y le devuelvo una idéntica. Continuamos avanzando por la carretera mientras tarareamos silenciosamente la melodía de algunas canciones.

Voy prestando atención a los autos que cruzan y a los colores de los semáforos, pero mi atención queda fija cuando el sol comienza a esconderse, dejando a su paso un hermoso paisaje lleno de varias tonalidades de naranja que reciben el atardecer con una calidez inconfundible.

Me quedé dormido una vez que terminé de apreciar el atardecer. Un largo tiempo después, me desperté al escuchar el sonido del motor al apagarse.

—Buenas noches, príncipe durmiente —habla papá con cansancio.

AmnesiaWhere stories live. Discover now