° Capítulo 9 °

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Los días seguían pasando, conforme lo hacían, me percaté de la sencilla rutina diaria de Levi. No parecían gustarle los cambios repentinos y eso lo descifré porque siempre hacía lo mismo en el orden exacto. Se despertaba en la madrugada para ir a ver el amanecer, regresaba a la cabaña para darse una ducha y ponerse unos pantalones ajustados; dejó de usar sudaderas, reemplazándolas con camisetas.

La razón por la que realizó aquello último no se debía exactamente a su ayuda en el comedor. Desde que me lo pidió en el lago, empecé a usar sus sudaderas. A partir de ahí también noté ciertas miradas curiosas que intentaban averiguar algo. Las miradas procedían sobre todo de nuestros compañeros.

Nial tenía el plan de molestarnos a ambos, pero Levi parecía no inmutarse, así que solo me molestaba a mí. Cuando Nial soltaba algún comentario referente a nuestra cercanía y preguntaba si éramos pareja, yo lo negaba rotundamente con nerviosismo mientras que Levi permanecía callado y con una chispa de diversión en las pupilas.

Me resultaba imposible ignorar la forma en que me observaba durante las horas en el comedor. Ni siquiera podía terminar mi merienda y al momento de retirarnos siempre se acercaba a mí, rozaba mi mano y me susurraba con voz ronca: "Me esfuerzo el triple en la cocina para que tú dejes la comida sobre el plato". Yo intentaba sin éxito responder algo, porque de mis labios solo salían tartamudeos y réplicas sin lógica.

Después de finalizar las actividades de la tarde teníamos un rato antes de ir a cenar. Durante ese tiempo, Levi iba a buscarme para obligarme a correr entre los senderos del bosque, hasta ahora, habíamos visto varios conejos, diferentes tipos de aves y ardillas. Yo aceptaba ir porque tenía la esperanza de que, con suerte, nos encontraríamos con una familia de venados. Bueno, lo admito, también aceptaba para pasar tiempo con él.

Había algo en él que me hacía disfrutar cada segundo de su compañía, cada minuto de su presencia. 

Por otro lado, cuando estábamos en la hora de la fogata, yo intentaba con cada parte de mi ser prestar atención a las historias, pero esos ojos punzantes no se apartaban de mí y yo no podía resistir, tenía que devolverles la mirada con la misma intensidad. Más tarde, Levi me indicaba que iría al lago a nadar, esa actividad también se había convertido en un tipo de tradición entre ambos. A medianoche salíamos de la cabaña a hurtadillas para lanzarnos al agua fría, hacer carreras, admirar las constelaciones y de vez en cuando, hablar silenciosamente. 

El miércoles por la mañana decidí quién sería mi invitado estrella para la actividad en parejas para mi curso de remo en kayak. Estaba seguro de que tardaría un tiempo en convencerlo, pero que al final, si le tenía paciencia e insistía lo suficiente, él terminaría cediendo. Así que, esperé a que Levi saliera de la ducha y tan pronto cómo lo hizo, me acerqué.

—Quiero hacerte una propuesta —dije sin rodeos, él me mira con las cejas arqueadas e inclina la cabeza, indicándome que está prestando atención—. Considerando que tú me tiraste a un lago helado sin siquiera preguntarme, creo que es muy educado de mi parte tener la sutileza de pedir tu aprobación... Mañana por la tarde habrá una competencia en parejas, ¿aceptarías ser la mía? 

—¿De qué curso es la competencia?

—Remo en kayak.

—Ni en sueños voy a participar.

—¿Por qué no? Creí que te gustaban los desafíos.

—No me gusta remar.

—Ni siquiera lo has intentado.

—No tengo que hacerlo para saber que no me gusta.

—Eso suena cómo una excusa infantil —hago una pausa, esperando su respuesta—, ¿ahora quién es el señor enfurruñado y amargado que me mira con los brazos cruzados?

AmnesiaWhere stories live. Discover now