La Perla Carmesí [Bakugou x Lectora]

Diario de a bordo {48}

Kirishima se frotó el abdomen con ambas manos, luciendo absolutamente satisfecho del cuantioso almuerzo que había consumido a mediodía, principalmente porque no tuvo que pagar ni una sola moneda para degustar tales exquisitos manjares. Los negocios de contrabando a veces funcionaban así, ya fuera para ganarse favores, conocer a posibles socios comerciales o, sencillamente, exponer los productos con el fin de conseguir lo más exclusivo y único para las partes beneficiarias. Por eso mismo su estómago estaba rebosante de marisco, sobre todo de crustáceos, moluscos y equinodermos, incluso si era la primera vez que comía erizo de mar y quedó más que asombrado por el sabor. Él siempre los había evitado cuando se acercaba a las costas rocosas y las afiladas púas relucían amenazantes bajo los destellos salados del agua, pero la textura melosa de la carne, tan suave y cremosa, deliciosa, todavía le hacía relamer los dientes como si pretendiera degustar el plato una vez más.

Tenía que agradecerle al tímido Amajiki por darle la oportunidad de probar algo diferente, aún si su plato favorito seguía siendo la carne de res que tanto escaseaba en la mar.

—Maldita sea, deja de hacer eso, pelo de mierda. —Su capitán le ladró tras escuchar el decimosexto suspiro del timonel y cansarse del tamborileo que hacía sobre su barriga con las palmas de sus manos.

El pelirrojo, acostumbrado a esa clase de órdenes sin sentido, sonrió ampliamente ante el resoplido hastiado de Bakugō y continuó caminando a su lado. No obstante, detuvo su percusión abdominal y enganchó los pulgares en el borde de su cinturón mientras trotaba alegremente.

Era justo por ese motivo que el pirata rubio ceniza nunca se encargaba de hacer negocios a no ser que fueran con gente que él ya conocía previamente, pues solía mandar a su fiel timonel a realizar una inspección, confiando en su criterio para sellar o no un trato que les favoreciera. Ya que fue Kirishima quien trató con el joven percebeiro e insistió en conocer personalmente a Taishiro Toyomitsu, el dueño de la mayor lonja de Puerto Might, sería el propio pelirrojo quien se encargaría de la situación en la que él mismo se había metido.

Si Kirishima tenía una idea, también se ocuparía de todo el trabajo sucio, como las charlas banales y tediosas que Bakugō detestaba... o comprobar si el acuerdo era provechoso. El capitán era quien tenía la última palabra sobre el asunto, pero confiaba en su mejor amigo y timonel para las negociaciones previas y conocer su opinión.

Probablemente el pirata no querría dedicarse al contrabando de pescado... pero el pelirrojo había conseguido una comida gratis y la invitación de que podía volver otro día por la lonja porque le había caído bien al conocido Fat Gum.

—Amigo, no había comido tanto y gratis en mucho tiempo. —Compartió con buen ánimo y lo miró de soslayo—. Tengo previsto volver en unos días con el pretexto de que en Froppy's necesitan mercancía de calidad. —Expuso, ya que ambos se dirigían en esos instantes hacia la taberna.

—Las chicas pueden encargarse administrar su propio negocio, idiota. No te metas en sus asuntos sin preguntar. —Le advirtió con un gruñido—. Además, acabarás enfermando si vuelves a engullir como un maldito cerdo.

El pelirrojo hizo un puchero triste, pero no se vio ofendido, más bien parecía disgustado por el pensamiento de que, de hecho, podría sufrir una intoxicación alimentaria de comer tanto marisco. Un recuerdo no muy lejano acudió a su mente ante esa mención del capitán, ya que todos los miembros de la tripulación sufrieron esa indisposición cuando estaban en alta mar... y no rememoraba con alegría la imagen de sus camaradas vomitando al océano o buscando con presura un rincón privado en cuanto sus intestinos se retorcían como cabos sueltos...

—No podía rechazar la invitación, Bakugō. Y estoy seguro que los productos de Fat Gum son de altísima calidad. —Aún así defendió su postura, sin tampoco perder el entusiasmo por una segunda cata gratuita.