Capítulo 1.

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La primavera estaba haciendo de las suyas, el frío se colaba hasta mis huesos, pero no me puedo quejar, es mi culpa. Con el poco dinero que tengo apenas y pude pagar lo necesario para que Jisoo comience el año escolar. Mi cuenta bancaria estaba en ceros, nada fuera de lo común, la verdad no recuerdo que alguna vez esta tuviera una cantidad decente de dinero.

Era tarde, sé que tengo que regresar a casa, pero no quiero ver el rostro decepcionado de mi hermana al darse cuenta que no pude comprar más que una baguette y puré de tomate para la cena. Sé que ella no dirá nada al respecto y aceptará la comida sin renegar, pero su carita triste me dice que está cansada de comer miserias por 5 años seguidos. ¿Pero qué puedo hacer? Doy todo de mí. Siempre estoy trabajando, día y noche para que ella esté bien, se lo prometí a mamá.

Mi vida era tan buena, la típica adolecente, hasta que cumplí 14 años y mis padres murieron en accidente automovilístico cuando regresaban de una reunión de trabajo. Mi familia no era exactamente millonaria, pero teníamos lo suficiente para vivir cómodamente. Cuando fallecieron, un amigo de papá se hizo cargo del funeral y se encargó de llamar a nuestro único familiar, que para nuestra mala suerte vivía en Los Ángeles, California.

Una trabajadora social se hizo cargo de traernos con mi tío, al principio él fue bueno, se encargó de darnos un lugar en su casa, alimentarnos y brindarnos cariño. Pero el teatro acabó cuando 1 mes después, nos dimos cuenta que nos trataba bien porque la señorita del trabajo social le había dicho que el seguro de vida de mamá estaría en sus manos al ser el único responsable de nosotras. Me sentí tan estúpida, estresada, ni siquiera sabía lo que nos esperaba en ese maldito infierno.

El hermano de mi madre empezó a hacernos de la vida imposible. Me duele tanto haber dejado que mi hermana pasara por eso. Él nos dejaba días sin comer, todo nuestro dinero se lo gastaba en drogas y en llevar mujeres desconocidas cada noche. Hasta que un año después solo desapareció. No dejó ninguna pertenencia, pero si muchos meses de renta con pagos atrasados que el arrendador me obligó a pagar.

He trabajado desde los 15 años en restaurantes lavando la loza, paseando perros, limpiando casas, repartiendo comida rápida, cortando el césped, he sido mesera, pero los trabajos nunca duraban para una niña que no sabía siquiera hablar bien el idioma del país donde se encontraba.

Ahora puedo decir que es algo diferente. Jisoo está estudiando en su primer año de preparatoria, ahora tiene 16 años y yo 19. Tengo un empleo en una fábrica donde apenas me pagan 30 dólares el día, recibiría más dinero si solo tuviera estudios, pero no los tengo.

Mis pensamientos eran tan vagos que sin querer me encontraba ya frente a la desgastada puerta de nuestro hogar. Una pequeña casa en un barrio que las personas ricas consideran marginados, pero si supieran las personas tan buenas que viven por aquí, tal como la señora García, quien amablemente nos rentaba la casa por muy poco dinero.

Metí mi mano en el bolsillo de mi pantalón para sacar la llave, pero me di cuenta que este tenía un agujero y la llave no se encontraba más ahí, mis pantalones estaban tan desgastados, pero no me avergonzaba, era peor no llevar nada. Maldije y toqué la puerta esperando a que Jisoo me abra. Unos segundos pasaron y mi sonriente hermana hacía presencia.

- ¿Olvidaste tu llave?

-Creo que la perdí. – Suspiré cansada. - ¿Qué tal tu primer día en la escuela? – Pregunté entrando a casa, sentándome en el frío suelo. No tenía el dinero suficiente para comprar sillones o sillas. Lo único en nuestro hogar era un colchón grande, una estufa de mesa, un pequeño refrigerador y una mesa de centro.

-Todo estuvo bien – respondió sentándose junto a mí – los maestros me alagaron mucho por responder en sus clases y me felicitaron por mi beca, conocí a algunos compañeros e hice amigas, pero la que mejor me trató fue Rosé, ella es un poco tímida y su carita parece la de una ardilla. Se dio cuenta que no tenía almuerzo, amablemente me invitó del suyo, me negué, pero ella insistió, y sabes que no me puedo resistir al pollo frito. – Terminó de hablar. Me sentía tan orgullosa de mi hermanita, había estudiado mucho para ganar esa beca, pero me ponía triste no poder darle dinero para comprar comida en los recesos.

¿Quién salvó a quién? /Jenlisa/Chaesoo. (G!p)Where stories live. Discover now