14

1.1K 172 8
                                    

Chuck:

No puedo dormir.

Llevo la mano debajo de los pantalones de dormir y sujeto el tallo de mi verga, enseguida lo suelto.

Ojalá fuera el sexo mi mayor problema y sin embargo es el rostro feliz de su majestad el que aparece en mi cabeza.

Qué tontería, Chuck.

Es tu reina, prometiste respetar sus decisiones y serle fiel, aunque esas decisiones no sean las que para mí sean las correctas.

Le sonrió.

Ella le sonrió, joder.

Definitivamente no podre dormir esta noche.



(***)



Si antes dije no poder dormir, preferiría eso a presenciar lo que mis ojos logran ver ahora y es a la reina convivir con el sujeto o grato.

Soy su lacayo fiel y permanezco cerca de ellos, al menos unos tres pasos detrás mientras caminan sobre el jardín y escucho a ese hombre narrar cosas fabulosas sobre Solaría.

Todas superficiales, nada que no haya visto

Sin embargo, por un instante eso me deja de importar cuando veo como él le toca el mechón rojo y se lo coloca detrás, la reina lo mira a los ojos y me tenso, sin darme cuenta he cerrado el puño en el mango de la espada.

Mis dedos se relajan y mientras en mi mente hago lo que deseo, frente a ellos solo carraspeo.

Los dos voltean a verme, pero es solo un segundo.

La reina vuelve a ver al barón para agradecerle.—Gracias.

—No hay de qué.

—Me estaba diciendo que abrieron recientemente un nuevo teatro en Solaría.

—No, aun esta en reparación. —Le corrige. —Pero ya que ya me escucho tocar para usted, estoy seguro que le encantara asistir y me encantaría que nos ilumine con su presencia, sobre todo a mí.

—¿Se presentará ahí?

—Lo hare.

—Describe a Solaría muy...

—Falso.

La palabra se me ha escapa y ambos me miran, la reina con los ojos muy abiertos y el barón ha fruncido el ceño.

—¿El lacayo verdad?

La reina me observa.

—¿Hace cuántos años que...?

—Hace más de años que le soy fiel a mi reina, Barón.

—Desde que salió de Solaría intuyo. —Niega el. —Entonces no puede dar una opción y llamar falso a mi reino cuando han pasado tantos años desde que se fue.

—Créame que, de haber cambiado, el mundo lo sabría.

El guarda silencio.

—Mi reina. —Se vuelve hacia ella. —Me gustaría seguir este paseo en privado, solo los dos.

Ella suspira.

—En realidad estoy bastante agotada. —Me mira a mí. —Chuck...

Asiento.

—Que descanse. —Le dice ella y se retira, sigo sus pasos luego de darle una sonrisa de triunfo al barón.


En los zapatos de la Reina (#4 Amores en la realeza)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz