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Diana:

Las fuertes manos de mi lacayo me estrujan las nalgas, me atrae más contra su cadera y doy el ultimo salto que me hace voltear los ojos y arquear mi espalda.

Oh dios...

Chuck se corre y yo también, mi cuerpo cae sobre el suyo y me doy la vuelta hasta que mi espalda llega al colchón.

Volteo el rostro en su dirección, su pecho se infla con cada respiración mientras sin darme cuenta una sonrisa curva mis labios.

Me levanto de la cama con las rodillas temblorosas y voy la ropa que descansa en el suelo, tengo los ojos de Chuck en mí en cada movimiento que hago.

—Dijiste que Lucian quiere verme hoy.

Chuck se incorpora.

—¿Le dará el gusto?

—Hará más problema si no acepto la audiencia y es la oportunidad perfecta para ponerle fin.

Él se pone de pie totalmente desnudo, la piel le brilla por el sudor y las ganas de que me arroje en la cama aún están, su rostro queda cerca del mío.

—Debería dejarla que se prepare.

—Asi es.

Nuestras bocas se rosan y mi corazón se agita con el deseo que provoca su cercanía, todo el peso de su sombra lo hace ver imponente por lo alto que es y eso me excita más, pongo las manos sobre el torso desnudo y mi boca aclama la suya, sus labios se profundizan sobre los míos, la lengua me encuentra y me devora como si no me hubiera probado hace ya unos minutos.

Jadeo buscando aire y junta nuestras frentes.

—Cógeme otra vez. —Suplico y me levanta, enrollo las piernas sobre su cadera y nuevamente termino en la cama con mi lacayo.



(***)



—El barón Allen de Solaria y el miembro del consejo, Lucian. —Anuncia uno de mis guardias.

Los dos caballeros ingresan al salón donde me encuentro, el mismo salón que ocupa el trono de Obsidiana y donde estoy sentada.

Allen de Solaria.

Lo detallo de pies a cabeza, como el traje blanco que lleva al igual que los zapatos, hay oro adornando el saco y no está armado, el hombre tiene un atractivo que puedo detallar y menos ignorar.

Ojos claros de color azules, cabello castaño, mandíbula recta y un cuerpo bastante trabajado que noto cuando dobla los brazos.

—No me sorprende verte a ti aquí, Lucian. —Mi dirijo al viejo. —No ibas a tardar mucho en pedirme que autorice una reunión.

—En esta ocasión no estoy aquí por el consejo, mi reina.

Junto las cejas. —¿Y por qué estás aquí? —Respiro profundo. —¿De chaperón...?

Mi mirada encuentra la del barón.

—¿A que le debo el honor de la visita de un noble de Solaría?

—El barón es primo de la reina Linnette y deseaba conocerla, mi reina. —Habla Lucian. —Estoy aquí para hacerlo presente.

—¿Sin intereses detrás debo creer?

Me pongo de pie y bajo del escenario, acercándome a ambos.

—¿Con que engaños lo ha traído aquí, barón?

En los zapatos de la Reina (#4 Amores en la realeza)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon