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Diana:

"No es para nada la mujer que creía que era, yo solo veo la estatua que ponen sobre un trono que no puede estar vacío"


Las palabras de la princesa se reproducen en mi cabeza, mientras espero frente al trono vacío.

Respiro profundo y las puertas se abren detrás de mi siendo Chuck el que aparece y se detiene a mi lado.

—Ya podemos partir, mi reina.

Me vuelvo hacia él y mis ojos recorren su atuendo, vestido como un guardia y con un cinturón que le rodea la cadera, donde en un extremo lleva una daga y en el otro la espada.

—Vámonos.

Camino hacia las puertas que se abre para mí y vuelven a cerrarse cuando salimos, pero en los pasillos soy abordada por dos de esos ancianos, ambos vestidos con túnicas blancas.

Chuck se detiene a mi lado.

—Chuck. —Lo llamo.

Lleva la mano a la espada. —Lo comprendo, mi reina.

—¿Va a alguna parte, reina Diana?

—Se me solicito ayuda de parte de Arcaría y su princesa, pienso dirigirme a su reino, así que si no les importa...

—¿Con qué permiso? —Interviene uno de ellos, el menos calmado, Lucius.

Me vuelvo hacia él y el anciano me recorre la vestimenta de pies a cabeza.

—¿Y piensa ir así?

—Es un traje hermoso.

—¡No hay una fiesta y está de luto!

—Mi luto ya finalizo. —Aclaro. —Y no seguiré vistiendo negro porque al consejo le complace que así sea o porque desean que de la imagen dolida de la reina de Obsidiana.

Ellos intercambian miradas.

—Es una falta grave de respeto.

—Una verdadera falta será si no se apartan ambos.

Ninguno desiste.

Respiro profundo y me vuelvo hacia mi lacayo.

—Chuck. —Pronuncio el nombre del hombre que siempre permanece a mi lado y me es fiel a mí.

A su reina.

—Mi reina.

—Aparta al consejo de mi camino, si necesitas usar la fuerza. —Ordeno observando a los dos ancianos. —Hazlo.

—Esto es un ultraje. —Se ofende el primer anciano. —Está cometiendo una falta grave.

El segundo trata de ser más persuasivo, Myron. —Mi reina, no puede salir de Obsidiana sin previo aviso.

—Estoy avisándolo ahora y les guste o no, esta tarde partiré a Arcaría y ahora si no desean resultar dañados por la espada de mi lacayo, les sugiero que se aparten de mi camino ¡Ahora!

Lo hacen y sigo mi camino hacia fuera del palacio.

—Los guardias no..

—Les recuerdo que no tienen el poder para mandar sobre mis guardias. —Me vuelvo hacia ellos una vez más y continuo mi camino.



(***)


En los zapatos de la Reina (#4 Amores en la realeza)Where stories live. Discover now