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En la casa había un gimnasio con máquinas de última generación que Jungkook dudaba que Insung hubiera pisado una sola vez, pero prefirió salir a correr por la playa. Después de dos horas empleándose a fondo sintió que había recobrado un poco la perspectiva.

No podía negar que el haber encontrado a alguien con una infancia parecida a la suya había hecho aflorar en él recuerdos reprimidos, y hacía que cuando estaba con Yoongi sus sentimientos fueran más intensos. Aquella explicación lógica, que no caía en el viejo cliché de las almas gemelas, lo hizo sentirse más cómodo y se convenció de que podría sobrevivir a los días siguientes sin traicionar la confianza que Insung había depositado en él. Solo necesitaba mantener las distancias con Yoongi y cumplir con la tarea que se le había encomendado.

Un par de horas más tarde, Yoongi, que había desayunado solo, pues le dijeron que Jungkook ya lo había hecho hacía rato, pidió que le indicaran cómo llegar al estudio, donde estaba esperándolo, según decía la nota que le había dejado en el comedor. Apenas hubo entrado, Jungkook levantó la vista de la pantalla de la tableta que tenía en sus manos, la dejó en la mesa y se puso de pie.

–Buenos días. ¿Has dormido bien? Excelente —se contestó a si mismo sin darle opción a responder.

Yoongi parpadeó aturdido. ¿A qué venía aquello?

–¿Café? –le preguntó Jungkook, cafetera en mano. Estaba endiabladamente guapo con una camiseta negra y unos vaqueros del mismo color.

–Sí, por favor. Negro está bien.

Jungkook se lo sirvió y dejó la taza sobre el escritorio.

–Bien. En el cóctel de esta noche habrá treinta y cinco invitados –dijo sin mirarlo siquiera–. Los he dividido en tres categorías. Gente de la alta sociedad, personas de negocios y representantes de organizaciones benéficas –explicó, inclinándose sobre la tableta para pulsar en la pantalla con el índice–. Solo hay un miembro de la realeza.

–Vaya. ¿Solo uno? –repitió Yoongi con sorna.

Jungkook le lanzó una mirada.

–Pero no será un problema –le aseguró, ignorando su sarcasmo–. En cambio, estos otros invitados que ves aquí sí podrían serlo.

Yoongi no podía verlos porque seguía en el otro extremo del estudio. Al ver que le lanzaba una mirada impaciente, se acercó a regañadientes y apoyó las manos en la mesa, inclinandose para echar un vistazo la pantalla.

–Como verás, he marcado en rojo a todos los que pueden suponer un problema –le explicó Jungkook–. Tu mayor quebradero de cabeza será probablemente Spiro Alekides. No puedes fiarte de él, y se dice que su comportamiento deja bastante que desear. Pero por desgracia es socio de Insung en una de sus empresas –añadió, explicando así que estuviera invitado.

–Pues no parece que tú lo apruebes. — le dio una mirada rápida antes de apartar los ojos.

–Insung no necesita de mi aprobación.

–¿Y esta quién es? –inquirió Yoongi con curiosidad, señalando la foto de una rubia muy sofisticada.

–Esa es Ariana.

Su tono hizo a Yoongi levantar la vista. Había sentido una pequeña punzada en el pecho, y le alarmaba pensar que, si no eran celos, se le parecían mucho.

–¿La conoces? —se atrevió a preguntar, aunque ya intuía la respuesta.

– Tienes buena intuición, eso te será de utilidad –lo alabó Jungkook–. Alekides y yo salimos con ella. Al mismo tiempo, de hecho. Alekides la envió a hacerme espionaje industrial, y yo revertí la situación en mi provecho para hacer que le diera información falsa. Y nunca me lo ha perdonado, así que ándate con cuidado –le advirtió.

Amor Griego - KookgiUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum