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Alguien le había servido a Yoongi un vaso de vino, un vino barato en envase de cartón que estaba seguro de que el altivo Jungkook Jeon habría desdeñado. Todavía tenía el vaso en la mano cuando se escabulló de la sala donde los demás seguían festejando, y regresó al relativo silencio de su despacho. Aunque ya no era su despacho. Hacía un rato se había despedido de todos con un nudo en la garganta, haciendo un esfuerzo por no llorar y recordándose que, salvo Sue y Mike, nadie sabía que no iba a volver, que no era un 'hasta luego', sino un 'adiós'. Quizá a su regreso de Grecia, dentro de dos meses, podría retomar su vida normal, pero no le parecía justo pedirle a Sue, a quien iba a dejar a cargo de El Refugio, que le devolviese su puesto, así que había decidido renunciar a él de forma definitiva. Y eso no le había dejado otra opción más que decírselo a Sue, puesto que iba a ponerla al timón. 

No le había sido tan fácil como había pensado que sería. Mientras intentaba convencer a Sue de que era perfecta para el puesto y que todo iría bien, para sus adentros no podía evitar sentir cierta desazón. Probablemente a cualquiera le gustaba considerarse indispensable, que dejaría un vacío, que lo echarían de menos, pero era deprimente darse cuenta de lo fácil que era de reemplazar. En el umbral de la puerta, que no había cerrado, apareció Sue. 

–¿Qué haces aquí? Deberías volver a la fiesta –le dijo a Yoongi en un suave tono de reproche. –No podía dejar que te fueras sin un último abrazo –repuso Sue, entornando la puerta y yendo hacia él. 

Yoongi notó que se le llenaban los ojos de lágrimas y parpadeó para contenerlas, antes de dejar el vaso medio lleno junto a un montón de libros sobre un archivador. 

–Bonitas fotos –murmuró, al ver las fotografías enmarcadas de los hijos de Sue que esta había colocado sobre la que ahora era su mesa. 

Sue lo miró azorada. 

–Espero que no te moleste que las haya puesto ahí. 

–Pues claro que no –replicó Yoongi, sintiéndose algo culpable porque sí le había molestado, un poco. 

–Entonces, ¿cuándo quieres que les diga a los demás que no vas a volver de ese 'curso de gestión y administración'? –le preguntó Sue. 

Su amiga no acababa de entender que quisiera mantener la verdad en secreto, y Yoongi tampoco había sabido explicárselo muy bien. Era difícil hablar a otras personas sobre algo que a él mismo aún le parecía irreal. Además, temía que lo miraran como Sue lo había mirado en un primer momento, como si de pronto se hubiese convertido en otra persona. Y eso era algo que no iba a ocurrir. Pasara lo que pasara, seguiría siendo fiel a sí mismo. Si su abuelo o Jungkook Jeon creían que podían moldearlo y transformarlo en una persona distinta, estaban muy equivocados.

Por supuesto, había sucumbido a la tentación de buscar información en Internet sobre Jungkook, el hombre al que su abuelo había escogido para enseñarle los usos y costumbres de la gente de dinero, y había encontrado docenas de artículos sobre él, aunque con importantes lagunas. Su pasado parecía ser un misterio, lo que había disparado distintas teorías disparatadas. Una de sus favoritas era que había tenido tratos con el mundo ilícito. Otra aseguraba que era hijo ilegítimo de Insung, lo que a él lo convertiría en su... No, era imposible, se había dicho, convencido de que no podía haber ningún parentesco de consanguineidad entre ellos. Los artículos sobre él hablaban de su habilidad para las finanzas, de su fortuna, de los caros coches que conducía, y de las bellas parejas a las que les había roto el corazón. 

–Eso depende de ti. Ahora la jefa eres tú –le dijo a Sue con una sonrisa. Esta bajó la vista a su maleta. 

–Una maleta muy pequeña para una nueva vida –comentó. 

Amor Griego - KookgiWhere stories live. Discover now