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Aunque para Yoongi era una experiencia nueva viajar en un jet privado, no disfrutó del vuelo en absoluto porque no podía dejar de pensar en lo que lo esperaba cuando aterrizaran. Cada vez que pensaba en que su abuelo había dejado que su madre se hundiese en la miseria, le hervía la sangre en las venas.

Y ahora... ¿qué era lo que quería de él? ¿Su perdón?, ¿una segunda oportunidad? No se sentía capaz de otorgarle ni lo uno ni lo otro. Cuando bajaron del jet se subieron a un coche que estaba esperándolos. Encontrarse a solas con Jungkook en aquel espacio cerrado hizo que Yoongi se sintiera incómodo. Todavía sentía un ligero cosquilleo en los labios cada vez que recordaba su beso. Se humedeció los labios con la lengua.

–¿Dónde vamos? –le preguntó. A Jungkook no le pasó desapercibido lo nervioso que parecía. Aunque se hiciera el duro, no podía ocultar lo vulnerable que era en realidad.

–Tu abuelo está esperándonos en un hotel aquí al lado. Pero no te preocupes, será un encuentro privado.

Insung había reservado toda la planta del ático para asegurarse de que tendrían intimidad, y suponía que también espacio para el equipo de especialista con los desfibriladores. Solo esperaba que aquel encuentro no tuviera que ser recordado por acabar en desgracia. Yoongi apretó los labios.

– Confío en que no espere que finja, porque no lo haré. Pienso decirle lo que pienso de él –murmuró. Sus palabras hicieron aflorar un recuerdo a la memoria de Jungkook.

Era lo mismo que él se había dicho antes de volver a entrar en el apartamento de mala muerte en el que había vivido durante siete años. Tenía un vívido recuerdo del acre olor a cerrado que lo había golpeado al traspasar el umbral. Siendo como era realista, no había esperado una disculpa, ni que su abuela y su tío se mostrasen arrepentidos por cómo lo habían tratado, solo que reconociesen que se habían comportado como unos canallas. Pero ni siquiera tuvo esa satisfacción. Encontró a su abuela en la cama, con el pelo sucio y apelmazado, la mirada perdida... Ni siquiera lo reconoció. De su tío no había ni rastro. Estaba claro que, cuando los médicos le habían diagnosticado demencia senil avanzada a su abuela, había dejado de ver como un aliciente disponer de cama y comida gratis si tenía que cuidar de ella, y se había largado. Más tarde, Jungkook había descubierto que no había ido muy lejos. Parecía que se había enzarzado en una pelea callejera y había muerto por una hemorragia interna tres días después. Un final sórdido para una vida sórdida.

Apartó esos recuerdos de su mente y reprimió el impulso de ofrecer a Yoongi palabras de apoyo. Nada de lo que pudiera decirle serviría para calmarlo, para aliviar el conflicto interior que veía reflejado en sus ojos ambarinos, ni para hacer menos incómodo aquel encuentro.

–¿No te sientes capaz de fingir? – inquirió.

–Para mí es un desconocido, y le hizo daño a mi madre.

–Pues díselo. De todos modos, ya te has asegurado la donación de fondos para El Refugio.

Aquella respuesta desconcertó a Yoongi. ¿Estaba haciendo de abogado del diablo?

–Sabes que no puedo hacer eso. Está enfermo, podría...

Jungkook le puso una mano en el hombro, como para darle fuerzas, y debía de estar peor de lo que pensaba para que ese gesto lo reconfortara como lo reconfortó.

–Es que... sí le digo algo así y va y se muere... ¿cómo podría vivir con eso sobre mi conciencia? –murmuró.

–Insung no es de porcelana, y tiene un ejército de médicos y enfermeros pendiente de él. Y aunque le pasara algo no sería responsabilidad tuya – añadió Jungkook. De repente se sentía furioso con Insung por poner a su nieto en un aprieto así–. Y esta misma tarde estarás bañándote en el mar.

Amor Griego - KookgiOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz