El diario de una persona rota

Capítulo XXIII: El último trazo de un cuadro

Me preguntaste las razones por las que te quería, supongo que no soy la única que tiene inseguridades y que tu necesitas que te lo digan a ti también, no sabría ni por dónde empezar a describir las razones por las que te quiero.

Te quiero porque me miras como si no fuera tan frágil, como si me vieras a mí y no a mi pasado, te quiero porque me encanta tu fragancia, te quiero por tu sonrisa, te quiero por la forma en la que me abrazas y no me dejas caer, te quiero porque me escuchas, te quiero porque me quieres tal y como soy.

No puedo evitar desear mirarte, eres como un imán para mis ojos, tus caricias son una necesidad, tus labios son mi meta, tus ojos son mi paz, tu voz mi música, tus manos mi sustento, tus besos mi sueño, tu amor mi deseo, tu sonrisa mi alegría, tus llantos mi dolor, tu risa la mía.

Eres la primera frase de un buen libro, el último trazo de un cuadro, el dolor que hay tras un poema, el amor que hay tras las palabras dedicadas a una amiga, la nostalgia que hay en una canción, eres el arte que mueve al artista, eres arte, el arte que inspira a esta artista.

Porto en mí tanto amor que necesito expresarte, necesito besarte, necesito acariciarte, necesito tocarte, necesito abrazarte, necesito estar contigo cuando sientas que vas a caer, necesito ayudarte, necesito escribirte, necesito mirarte, te necesito a ti.

A veces las palabras no son suficientes para describir lo que sentimos y contigo las palabras se quedan cortas, contigo ni el diccionario es capaz de describir mi amor, contigo la luna se queda corta, contigo las estrellas pierden brillo, contigo el viento no se siente.

Así que si sigues preguntándote porque te quiero, quiero que tengas en cuenta todo esto, quiero que tengas en cuenta que para mí tu ser es mi musa, tu ser es la luz que hay en la oscuridad o el silencio que se encuentra en el ruido, eres tan especial que las palabras se quedan atascadas en mi garganta cuando hablo de ti.