Capítulo XIV: Lagunas de dolor

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A veces dejamos que sean las palabras las que expresen lo que nuestro alma siente, pero cuando lo que sientes es tan puro que no hay palabra alguna que pueda definir nada, amanecer que iguale la sensación, estrellas que brillen con ese sentimiento... Cuando eso sucede sientes que no podrías estar mejor.

Deberíamos dejar de cortarles las alas a las palabras que deciden encarcelar a las emociones. Tú encerraste las mías, apagaste la luz de mi voz, rompiste el dibujo de mis pensamientos, amarte duele más que una herida abierta con sal sobre ella.

A veces deberíamos dejar ir a quienes daño nos hacen, pero el dolor que en mi corazón evocas hace que sienta que puedo tocar las estrellas, que puedo bailar entre ellas, que soy capaz de convertirme en una de ellas.

Mi voz se ha perdido tantas veces entre las lágrimas, lagunas de dolor y sufrimiento, sufrimiento causado por ti. ¿Acaso merezco esto?

Eres la lejanía del horizonte y la cercanía del aire, eres esa noche en la bañera con la mente dispuesta a imaginar, eres un cielo estrellado y una mañana luminosa, eres mi todo.

Un todo que es lejano, un todo que solo existe en mi imaginación. Te pediría que te quedaras conmigo pero no puedo cortarme a mi misma las alas de esta manera.

Me gustaría saber qué piensas cuando cierras los ojos, qué piensas cuando me ves, qué piensas por las noches, antes de irte a dormir, qué piensas por las mañanas cuando te acabas de despertar.

Por ti daría: cielo, tierra y mar. Al parecer no todos amamos de la misma forma, hoy hay una estrella más en el cielo, una estrella del amor, estrella que miraré cuando te eche de menos.

El diario de una persona rotaWhere stories live. Discover now