𝐂𝐫𝐲, 𝐜𝐫𝐲, 𝐠𝐫𝐮𝐦𝐩𝐲 𝐥𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐜𝐚𝐭.

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- 𝐊𝐢𝐛𝐮𝐭𝐬𝐮𝐣𝐢 𝐌𝐮𝐳𝐚𝐧 -
ᴇʀᴀ ᴛᴀɪsʜᴏ̄.
ʀᴇɪᴋᴏ ɢᴇɴsᴇɪ.

•- Advertencia: Non con, abuso físico. Contenido bastante descriptivo.

•- Plot: El rey de los demonios encuentra a un espadachín vulnerable en una finca. Va tras él desde hace años hasta encontrarlo.

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Su cuerpo se quedó pasmado ante la presencia de aquél miserable ser, sus sentidos se agudizaron inevitablemente al saber que su vida en esta ocasión, corría tanto peligro.

Oh Reiko, sí tan solo no hubieras estado en el momento equivocado.

Pensó.

En un principio, se suponía que era una misión simple otorgada por Oyakata sama a uno de sus pilares descendientes de la flama, pero el jóven Gensei fué elegido como reemplazo de este.
Algo estaba creando disturbios al este de Japón, en una pequeña villa de pueblerinos que íban desapareciendo sin razón; y en un par de horas, la pesadilla había terminado, estaba ahí, con una sonrisa entusiasta recibiendo halagos y adulaciones de la gente por haber salvado la vida de un pequeño niño de aquél demonio que había decapitado en un abrir y cerrar de ojos.

Reiko se sintió orgulloso, por primera vez en su vida, no se había decepcionado de sí mismo. Y sabía, que aquello causaría un gran entusiasmo en su sensei y maestro "Kyojuro Rengoku". Infinidad de ocasiones entrenaron y lucharon juntos, hombro a hombro, y sin poder negarlo, había un resplandor especial en los ojos del rubio cada vez que se trataba de su jóven Tsuguko.

-Jóven Gensei. . . -. Uno de los pueblerinos le ofreció vivienda en su hogar al muchacho, después de todo, viajar a través del anochecer significaba un gran riesgo para cualquiera. El pelinegro aceptó de inmediato, agradecido con la amabilidad de aquél muchacho de cabellos albinos; y al terminar la merienda, se dejó guiar hasta la que sería la habitación nocturna - Tiene futón, sábanas y una pequeña mesa de noche dónde le dejé agua y tres panecillos calientes. El estómago traiciona a altas horas de la noche -. Rió junto a Gensei por dicho comentario y se despidió a los pocos minutos para dejar al cazador descansar.

Reiko dejó salir un suspiro envuelto en cansancio, llevó la yema de sus dedos a los botones dorados del uniforme y apartó la parte superior de este. El torso del muchacho estaba marcado por suaves cicatrices de heridas que le fueron propiciadas en un incidente en Tokio, cuando estuvo a punto de perder la vida a manos de un monstruo por mera diversión.

Nunca vió su rostro.

Y tampoco pensó que esa noche se encontraría frente a frente con esa pesadilla de nuevo. La luna estaba en la cúspide y cercano de las tres de la mañana, no había logrado conciliar el sueño, aquella casa parecía tener vida propia con sonidos rechinantes de la vieja madera. ¿Cómo alguién tan jóven podía vivir en soledad en aquél lugar?. Después de girarse en todas direcciones para sentirse cómodo, ningúna funcionó; el esfuerzo dolía hasta los huesos. Sus ojos se abrieron al par y sus mejillas se encontraron sonrojadas cuando deslizó su mano en dirección a su entrepierna y ahí estaba la razón de su insomnio. Se encontró avergonzado y alzó la cabeza para asegurarse de que todas las luces fuera del pasillo se encontraran apagadas - Maldición. . . -. Bajó sus pantalones hasta las rodillas y en ese instante su polla dió un salto al ser liberada, estaba erguida y cubierta de fluido pre-seminal. Se sintió culpable de estar haciéndo aquello en un hogar ajeno, pero a la vez, también lo volvía excitante.

Sus dedos tocaron la sensibilidad de la punta, sus pies se arquearon con ese simple toque y sus pezones invertidos salieron de su escondite ante el escalofrío. Reiko cedió sus sentidos y prudencia al placer, que no se percató del momento en el que la silueta de un hombre en el marco de la puerta lo observaba con iris radiantes escarlata. Suaves gimoteos se escapaban de entre los labios del muchacho, a la vez que su mano empuñaba el tallo de arriba a abajo. Gensei se había desnudado por completo, su cuerpo vulnerable estaba a merced para el progenitor de los demonios, con facilidad habría atacado a su presa por sorpresa, pero le resultaba un espectáculo ver a uno de esos inútiles pilares humillarse frente a él. Además de que, le resultaba un manjar, había tenido en la mira a aquél muchacho desde hace mucho tiempo atrás, su rostro gentil y atractivo llamó la atención del hombre, el sentido del deber y lealtad que notaba en cada enfrentamiento con cualquiera de sus subordinados le hizo entender que quizá, de convertirlo en uno de ellos, se volvería uno de sus mejores rangos.

𝐌𝐮𝐳𝐚𝐧 𝐊𝐢𝐛𝐮𝐭𝐬𝐮𝐣𝐢 | 𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒. +𝟭𝟴Where stories live. Discover now