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Fue un martes, a primera hora de la mañana, antes de que el timbre de la entrada sonara, cuando Pau me fue a buscar al salon de clases. Lucía nerviosa y se restregaba las manos. Misteriosamente se acercó a mí, me sugirió que nos apartáramos del resto y cuando lo hicimos comenzó a hablarme en voz bajita con palabras entrecortadas, mirando a todas partes cómo si no quisiera que nadie se enterara de nuestra charla.

—Javi, yo, bueno, quisiera pedirte que hoy, luego de la clase de baile, no sé, si pudieras quedarte unos minutos más, conmigo... te quedaría muy agradecida.

—¿Que me quede contigo luego de la clase de baile? Claro, Pau, pero ¿para qué?

—Siento un poco de verguenza, no puedo decírtelo por ahora, pero quiero que sepas que tú eres la única persona a quien se lo puedo pedir. Quiero que esta tarde hagas algo que no te tomará más de un minuto. Créeme que es algo muy importante para mí.

—No entiendo nada.

—Ahora no te lo puedo explicar, pero no te preocupes, no tiene nada de malo.

Pau se aproximó a mí, me miró de frente, sonrió, me tomó del rostro con ambas manos y me dio un beso en la mejilla; luego se despidió y desapareció a toda carrera mientras me decía: 

 —Eres un encanto... nos vemos después de clases.

A cinco metros de distancia Ángeles, que habia sido testigo antentísima de esta escena, pudo haber aprovechado la oportunidad para ignorarme o incluso para soltar alguna frase con la cual burlarse de mí (cómo lo había hecho siempre) pero, para mi sorpresa, me miró con una evidente dosis de furia, cómo si el beso que pau me había dado le hubiese provocado dolor de muela.

En otro lado, fingiendo no haber visto nada, estaba Isabel. Tenía en su mano un cuaderno y, cuando se percató de que yo la miraba, comenzó a pasar las páginas cómo si hubiera estado leyendo o estudiando. Apresuró el paso y entró al salón de clase simulando no haberse enterado de lo que afuera había ocurrido. El timbre sonó e intenté caminar rumbo a mi pupitre. Digo que "intente" porque luego de que unos labios idénticos a los de Cameron Díaz te han besado en la mejilla, el piso se transforma en una superficie de algodón y plumas sobre la que, más que caminar, provoca flotar.

Isabel estaba a mi lado, en el pupitre, silenciosa. Luego de la discusión mantenida días atrás, habíamos cumplido ya una semana practicando la ley del hielo. No habíamos perdido las buenas costumbres de decir "hola" y "adios", pero todo el resto, me refiero a la conversación cotidiana, había desaparecido, quizá para siempre. La echaba de menos, pero no tenía idea de cuál seria la manera más adecuada para volver atrás y comenzar a ser amigos desde cero.

No me di cuenta del momento en que Chelito llegó a la clase, ignoro el instante en el que nos pidió que sacáramos una hoja y un bolígrafo; y puedo jurar que jamás la escuche pronunciar la frase "prueba de evaluación". Lo ultimo que recuerdo es haberme sentado en mi sitio, para luego repetir, varias veces en mi mente, la invitación y las palabras que Pau me había planteado minutos antes:

Versión 1:

"Siento un poco de verguenza... eres la única persona a quien se lo puedo pedir. Quiero que esta tarde hagas algo que no te tomará más de un minuto. Créeme que es algo muy importante para mí. Ahora no te lo puedo explicar, pero no te preocupes, no tiene nada de malo".

Versión 2 (resumida):

"Eres la unica persona a quien se lo puedo pedir. Quiero que hagas algo que no te tomará más de un minuto. Es muy importante para mí. No tiene nada de malo".

Versión 3 (más resumida):

"Eres la única persona a quien se lo puedo pedir... no te tomará más de un minuto... no tiene nada de malo".

Versión 4, (la definitiva):

"No te tomará más de un minuto... no tiene nada de malo....".

En este momento pensé que se necesitaría ser muy tonto para no entender el mensaje: lo que Pau quería de mí, en la tarde, luego de la clasede baile, era un beso de 60 segundos. Le avergonzaba decírmelo porque, claro, ella era una chica tímida y porque lo más convencional debe ser que el hombre propicie el primer beso. Pero yo, que no tengo prejuicios, decidí incluso que estaría dispuesto a besarla sin tomar en cuenta que ella era un poco mayor para mí.

Cerre mis ojos, perdí la noción del tiempo y espacio, y podria asegurar que sentí los labios de Pau sobre los mios....

Pero no solo eso, de inmediato sentí también el codo de Isabel hundido en mis costillas. Sorprendido abrí los ojos y volteé para preguntarle qué sucedia, en ese momento escuché la voz de Chelito que decía:

—El tiempo ha terminado, cariños, pasaré por cada uno de sus sitios retirando las pruebas de evaluación.

—¿Que prueba? ¿Que evaluación? ¿A que hora ocurrió todo esto? —le pregunté desesperado en voz baja a Isabel.

Me miro casi sin expresión en el rostro, tomó una de las dos hojas de papel que yacían sobre su pupitre, me la entrego y dijo:

—Pronto escribe tu nombre. Yo respondí por ti.

Luego tomó otra hoja y la completo con su nombre: "Isabel Martínez, Séptimo EB". Tomé la prueba que Isabel habia puesto en mis manos, y, algo confundido, se la entregue a Chelito, que sonrientemente continuó caminando por la clase.

Isabel añadió en voz baja:

—No sé en qué mundo vives, Javier, la próxima no cuentes conmigo.

En ese momento sonó el timbre, todavía aturdido miré al frente y me di cueta de que habían cinco preguntas escritas en el pizarrón. Había estado extraviado en la nebulosa durante una hora y, de no ser por Isabel,habría estado embarcado en serios problemas.

Me acerque a ella, tenia la necesidad urgente de decirle "gracias", de disculparme incluso, pero no me fue posible, ella me miró y más seria que una estatua me aclaro:

—No digas nada, esta vez no fue por amistad, lo hice solo pos instinto.


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⏰ Last updated: Jul 27, 2023 ⏰

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cupido es un murciélagoWhere stories live. Discover now