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Una hora después del incidente en el que Chelito estuvo a punto de convertirse en el increíble Hulk, ella entró al salón de clases acompañada por el licenciado Seco. Ambos, juntos, se veían muy graciosos. Ella alta y delgadísima. Él... un hombre repleto de "pocos": poco pelo, poca estatura, poca corbata, poco betun en los zapatos pocos bigotes... y pocas pulgas (tenia un genio infernal). Lo unico que al licenciado Seco le sobraba era la barriga.

Frente a todos Chelito tomó la palabra y nos repitió el sermón de las "artisticas clases extracurriculares". De inmediato, dio paso al licenciado Seco y este nos dijo:

—Queridos alumnos, queridas alumnas, soy un hombre consciente y respetuoso de las diferencias de opinión que puedan existir entre los humanos. Cabe la posibilidad de qu elas propuestas que he planeado para sus clases de la tarde no sean de su total agrado. Si alguno de ustedes se encuentra en este caso, le solicito comediclamente... que busque otro colegio, porque en este se hace lo que yo ordeno. He dicho.

Chelito, sonriente, añadió:

—Vamos por orden alfabético... Rafa Acosta, ¿a qué clase te apuntas cariño?

Ocho minutos más tarde, y gracias a la claridad en el mensaje "respetuoso y comprensivo" del director, todos nuestros nombres estaban distribuidos en los diferenes casilleros del pizarrón, Yo, sin pensarlo dos veces, me apunté a las clases de canto.

Aunque tengo una voz que da miedo, conozco muy bien cómo pasármelo sin problema en un coro: llegas, te hacen una prueba para ver si tu tono de voz alto o bajo, y cómo no le atinas a nada, el maestro te pone en el fondo, atrás de todos, donde no te ve ni Dios, y mientras el resto de coristas con rostros de querubines sonríe con sus largas túnicas y se luce en la presentación frente a sus padres y abuelitos,, tú lo único que tienes que aprenderte en la canción es el "bom... bom... bom... bom" y de vez en cuando un "turuáaaa... bom... bom... bom".

No importa si la canción es un villancico, el himno nacional o un pasodoble; cuando no sabes cantar, el profesor toma las debidas precauciones y te deja al margen de todos, repitiendo un sonsonete que resulta válido para cualquier género musical. Es más si quieres que tus padres se emocionen hasta las lagrimas cuando asistan a la presentación final del coro, puedes aprenderte la parte que más te guste de la canción, sonreir emocionado (quizá aplaudir), y mover los labios como si estuvieras cantando. Asi todos creerán que eres la versión reducida de Plácido Domingo y tú no te desgastariás las cuerdas vocales, que buena falta nos hacen para celebrar cada gol de Real Madrid.

Isabel se aputó tambien al coro, no sé si por vocación, obligación, curiosidad o solidaridad conmigo. Ángeles se inscribió en las clases de teatro. Cuando la vi escribiendo su nombre en ese casillero, pensé que no habia podido elegir mejor alternativa. Si había alguien en este mundo que merecía un Oscar a la mejor actriz (de película de terror) era ella.

Al dia siguiente nuestras clases extracurriculares iniciaron y todos asistimos con la energia propia de los que van a ser pinchados por una enfermedad.

De acuerdo con lo previsto, mi primer contacto con el maestro de canto no resultó muy exitoso. Para poder hubicar mi tono, él me pidió, cómo a todos, que interpretara a capella cualquier canción, la que más me gustara y con la que me sintiera cómodo. Yo, que soy lo menos musical del mundo, me quedé en blanco, la única canción que me venía a la mente, era "Feliz cumpleaños a ti" y no lo consideré muy oportuna para la ocación. Por suerte luego recordé la letra de una, que de tanto escucharla cada vez que he visitado a mi abuela, mdela he aprendido de memoria, debe ser de la época del Rey Herodes, porque nadie, salvo mi abuela y sus comadres, la conocen, es una canción en inglés que se llama "Fly Me to the Moon" y solo le he escuchado un versión de Frank Sinatra (según mi abuela, uno de sus muchos ex novios).

cupido es un murciélagoWhere stories live. Discover now