Capítulo 29: Dar consejos da hambre

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Ya había vuelto a casa.
Mamá se mostraba contenta. Ella creía que Grace me había convencido. Bueno, si lo hizo, pero no de la manera que ella quería.
Ya habíamos comenzado a empacar las cosas. Mi madre me había comunicado que el día después del último día de instituto, nos marchamos.
Ya había terminado todos los exámenes del trimestre y estaba libre de deberes.
Estaba en mi cuarto, viendo el portátil, pero mi teléfono sonó.
Al mirar la pantalla vi que era Emma.
—Hola, Emma.
—¡Necesito tu ayuda! — chilló. Aparte un poco el teléfono de mi oído.
—Primero, no grites, que casi me dejas sorda y segundo, cuanta en que necesitas mi ayuda.
—Will me ha pedido ir al baile con él— sabía que me iba a llamar cuando Will se lo pidiera.
—¿Y que le has dicho? — puse el teléfono en manos libres.
—¡Nada! ¡Me ha entrado pánico y me he marchado!
—¿¡Que has hecho?!
—Me ha entrado el pánico. Nunca me han pedido salir y menos Will.
Somos amigos, pero nunca pensé que pasáramos a esta situación.
—Bueno... — me froté los ojos. — Una pregunta que te tengo que hacer.
—Dime.
—¿A ti te gusta Will?
Se quedó en silencio.
—Emma, solo te he hecho una pregunta.
—Un poco.
—¿Un poco?
—Me  gusta mucho. Ya se que no pegamos ni con cola, pero me atrae mucho. Es bueno conmigo, aunque no lo parezca en público, es muy amable y simpático.
En mis labios se formó una sonrisa pícara.
—Si piensas eso de él y él piensa lo mismo de ti, dile que si.
Escuchaba sus pasos. Estaba dando vueltas a la habitación.
—¿Y si ya no quiere ir conmigo?
—Escuchame, Emma — le dije, firme. —Si el quiere ir contigo realmente al baile contigo, te esperará.
Guardó de nuevo el silencio.
—Le diré que si — dijo finalmente. —Gracias, Annika.
—Sin problema, Emma. Háblame después.
—Si, si — y colgó.
Me sentía satisfecha por lo que le había dicho a Emma. ¡ Y era verdad! Si él quiere ir con ella al baile, seguro que espera su respuesta.
Un rugido sonó en mi barriga.
Dar consejos da hambre.
Salí de mi habitación y bajé las escaleras. Al bajar el último peldaño, me paré en seco.
Mi madre estaba delante de la puerta hablando con alguien. Y ese alguien era Michael.
Michael miró por encima del hombro de mi madre y me miró.
Seguido mi madre hizo lo mismo.
—Annika, ha venido Michael a visitarte.
—Si, ya veo — dije al acercarme a la puerta.
Mi madre dejó entrar a Michael.
—Necesito hablar contigo, ahora.
—Claro, de que... — no me dejó terminar la frase, me agarró de la mano y subimos las escaleras con rapidez.
Entramos a mi habitación y cerró la puerta.
—No voy a ir al baile.
La habitación se quedó en silencio.
¿No iba a ir al baile? Lo miré con el ceño fruncido. Recuerdo que cuando Emma y Amy anunciaron la noticia del baile, sus ojos brillaban.
El se acerco a mí y me agarró de los brazos con suavidad.
—¿Por qué no quieres ir al baile?
—No lo se. Tal vez por qué no tenga pareja o por qué el traje no me gusta. La verdad es que no lo se.
—Bueno, lo de la pareja se arregla rápido, le puedes pedir a alguna chica de tu clase de lengua que vaya contigo o...
—El problema es que no quiero ir con ninguna chica de mi clase de lengua, ni de ninguna clase.
Ya sabía por dónde iba.
Lo miré con ternura.
—Ya sabes que voy con Aidan.
—No me lo recuerdes — me pidió.
—Pero podría reservarme un baile contigo, no creo que a Aidan le importe.
En ese momento, sus ojos brillaron. Parecía que había tenido una idea.
—Tengo que ir a mi casa — salió de la habitación.
No sabía lo que se hubiera venido a la cabeza, pero pronto lo descubriría.

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