Capítulo 23: escapando de mi madre

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Me quedé paralizada al escuchar a mi hermana, ¿Mudarnos? Entonces la conversación que tuvo mi madre en la cocina era verdad.
-Sera broma, yo no me voy a mudar a ningún lado, menos con ella - señalé a Marianne.
-Ella es nuestra madre, Annika...
-Si ella fuera nuestra madre no nos hubiera abandonado por un culebrón de Hollywood.
Mi madre se acercó a nosotras.
-Solo quiero que seamos una familia feliz - dijo mi madre.
-Ahora no me vengas con que quieres que seamos una familia feliz, porque si tú no te hubieras ido, lo seriamos.
-Annika, tienes que dejar de echarme en cara lo que pasó, me fui para que tuviéramos una vida mejor - explicó, pero sabía que todo lo que estaba diciendo eran mentiras.
-¡Papá se fue para que tuviéramos una vida mejor, tu te fuistes solo porque eres mala persona! - le eche en cara.
-¡Tu si que eres una mala persona! ¡Las buenas personas perdonan a sus seres queridos y tú no lo haces! ¡Soy tu madre y harás lo que yo diga!
-¡Te perdonaré cuando seas buena madre! - la miré a los ojos. - No te mereces que te llamen mamá.
Si quieres irte, vete, pero yo no me moveré de aquí.
Tú podrás convencer a Grace y a Luka, pero a mí nunca me llevarás contigo - la aparté y subí las escaleras. Entré a mi habitación y cerré la puerta de un portazo.
Estaba furiosa.
Ella no podía venir como si nada hubiera pasado y decidir llevarnos a mí y a mis hermanos lejos de nuestra casa.
Me senté en la cama y me froté la cara.
Escuché pasos acercándose.
No tenía ganas de hablar con alguien.
Miré mi ventana.
Me levanté de mi cama y agarré una mochila.
Metí dentro algunas camisetas, pantalones, un libro y el teléfono. También agarré dinero.
Abrí la ventana y suspire hondo.
-Annika, abre la puerta, tenemos que hablar - dijo mi hermana.
No le respondí.
Miré hacia abajo. Si saltaba y caía mal, me partiría algo.
Me fijé que había algunos ladrillos salidos de la pared.
Me senté en el borde de la ventana.
-Annika, abre la puerta, ya se que no quieres mudarte, pero nos podría ir bien.
No le respondí.
Me agarré bien al borde de la ventana y apoye mi pie en el primer ladrillo.
La escalada nunca fue uno de mis puntos fuertes, cuando tocaba en educación física subía sin dificultad el rocódromo, pero bajarlo, era más difícil.
Puse mi otro pie en otro ladrillo y coloqué mi mano derecha en otro ladrillo.
Fui bajando con cuidado, si me caía no acabaría bien.
Mi pie se resbaló y yo me agarré fuerte a los ladrillos para no caerme.
Logré colocar mi pie de nuevo en el ladrillo y bajé lo que me quedaba.
Miré a un lado hacia otro para asegurarme que nadie me había visto.
Comencé a caminar pero me paré de golpe, ¿A dónde iba yo ahora? A casa de Michael no podía ir, mi hermana me encontraría allí.
Podría ir a casa de Emma o de Amy, pero seguro que están ocupadas, solo me quedaba un lugar, así que comencé a caminar en dirección al instituto.

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