Capítulo 20: un resfriado brutal

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Pegué al timbre de la puerta.
La Señora Davies nos abrió la puerta.
— Annika, Robin, me alegro de veros — nos dijo.
—Hola, señora Davies, ¿Está Michael en casa? — le pregunté.
—Si, si que está — la señora Davies se dirigió a Winky. — Que sorpresa verte por aquí Robin, llevaba tiempo sin verte.
—He estado ocupado — respondió.
—Bueno, entrad, entrad — los dos entramos a la casa. La señora Davies cerró la puerta detrás nuestra.
—Michael está en su habitación, pero no se encuentra muy bien — explicó.
Winky y yo nos miramos.
Los dos subimos las escaleras.
Al llegar a la puerta de la habitación de Michael, pegamos a la puerta.
—Abuela, no quiero más sopa... — dijo Michael, abriéndonos la puerta.
Abrió mucho los ojos cuando nos vio.
Me fijé que llevaba una bata puesta, de Pascal y Max de la película Enredados. En sus pies habían unas zapatillas con la cabeza de Woody de Toy Story.
Su pelo estaba despeinado y tenía ojeras.
—¿Qué hacéis aquí? — nos preguntó.
—Pues quedamos en que yo vendría hoy a por una sorpresa que me has preparado — le recordé.
El se llevó una mano a la cabeza, parecía que se había olvidado.
—Yo se que es el regalo — canturreó Winky.
—Y te vas a callar — canturreó, cortante.
—¿Podemos entrar? — pregunté.
El asintió. El se echó a un lado y los dos entramos.
Me sorprendí al entrar a la habitación; la cama estaba desecha, pañuelos por el suelo, las ventanas estaban echadas. Resumiendo, la habitación estaba echa un asco.
—Perdón por el desorden, pero no tengo fuerzas para ordenar.
Giré la cabeza para verle.
Sus ojos estaban cansados, no había dormido por lo visto.
Winky y yo cruzamos miradas. Los dos pensábamos igual.
—Michael... — comencé a decir, pero él me interrumpió.
—Chicos, mi madre no me ha dejado tener visita hoy, pero como sois vosotros, me saltaré la orden.
—Mickey, ¿Qué se supone que te pasa? — le preguntó Winky.
Michael se sentó en su cama y comenzó a hablar:
—Sobre las doces comencé a sentir un dolor de cabeza horrible, más tarde, sentí mareos y luego vomité. Estuve vomitando por dos minutos, creo que he pedido dos kilos.
Me senté a su lado y Winky al otro.
—Tambien tengo fiebre, mucha fiebre, dolores de cabeza horribles — negó, cerrando los ojos. — Mi madre me ha dicho que tengo gastroenteritis y gripe, resumiendo, parezco una mierda con patas — se frotó los ojos.
—No pareces una mierda — le mentí.
—Si que lo parezco, parezco y me siento como una mierda.
Michael se tiró de espalda a la cama.
Iba a hablar, pero un teléfono comenzó a sonar.
—Perdon — dijo Winky, sacando su móvil de su bolsillo.
El observo la pantalla de su teléfono.
—Lo siento chicos, me tengo que ir — se levantó de la cama y se dirigió a la puerta. —Mejorate Mickey — dijo, y después salió por la puerta.
Michael se incorporó a mi lado de nuevo y me dio una pequeña sonrisa.
—Bueno, yo tenía una cosa para ti — se levantó de la cama y se acercó a su escritorio. Agarró una caja que había encima del escritorio y volvió a sentarse en la cama.
—El otro día fui a dar un paseo por el centro comercial y entre a una tienda que me gustó. Mientras miraba por la tienda encontré esto y me acordé de ti — me dio la caja. Le regalé una pequeña sonrisa y abrí la caja.
Había mucho confeti. Lo aparte y vi un funko de Loki y el 1° comic de Airon Man.
Lo miré, aún sin creerme lo que me acababa de regalar.
—¿Qué te parece?
Aparté la caja a un lado y le di un gran abrazo a Michael.
—Gracias, gracias de verdad, me ha encantado — le susurré.
—Me alegro que te allá gustado.

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