capítulo 16 - envidia

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Scarlet se levantó súbitamente, resoplando.

—¿Otra vez las pesadillas?— gruñó Lily.

Lily veía como se despertaba su compañera todos los días sin aliento, temblando como si le tuviera miedo a su propia imaginación. Le parecía patético, débil, le miraba con desprecio cada vez que abría los ojos patidifusa. Se rumoreaba por La Escuela que la razón por la que Scarlet no hablaba de su pasado era porque había sido maltratada o había presenciado cosas muy traumantes. Lily tenía en cuenta que las pesadillas trataban de aquello, pero pensaba que para seguir adelante había que dejar el pasado atrás.

—No sé qué cosas soñarás, pero seguramente son tonterías. Ma-dura ya de una vez y encuentra tu escuela.— prosiguió Lily.

«Madura ya...» esa frase la escuchaba Scarlet a menudo.

¿Pero no estaba madurando? Estaba dedicándose a ser una alumna de una escuela perdida, había dejado atrás su deseo de tener una vida adolescente normal. Ella estaba intentando ser una persona madura, una persona independiente... ¿Por qué debía madurar aún más? Era una adolescente, como Lily, como Marcus. Y le caía una gran responsabilidad, ella debía ser la próxima profesora de la magia oscura. Lily abrió la puerta, desapareciendo de su vista tras pegar un portazo para asustarla y dominarla. Scarlet, sin embargo, se mantuvo sentada sobre su cama. Estaba aún temblando, pensando en lo ocurrido con el cambiaformas en su sueño y en la vida real. La chica se preguntaba, si los cambiaformas apoyaban a Maliz, y se podían convertir en cualquier persona, ¿se podrían infiltrar en La Escuela?

Scarlet se levantó, vistiéndose tan rápido que al pasar las medias negras por las piernas se tropezó. Acto seguido se levantó, pasando su mochila por el hombro, corriendo en dirección a la torre.

....

—¡No puede ser! ¡¿Esa niñata tiene su propia presentación?!— exclamó una voz aguda entre la multitud de personas, causando un alboroto y atrayendo unas cuantas de miradas.

La chica que había gritado en público era Lily Rasp, compañera de habitación de Scarlet, que había encontrado el cartel que anunciaba la presentación de Scarlet al mundo mago. Su cara estaba tan roja que parecía que iba a echar humo por las orejas, su sangre le hervía. Las presentaciones eran algo extremadamente raras, reservadas para personas importantes que se unían a La Escuela. Su cuerpo temblaba de rabia y envidia, ella era hija de unos magos importantes en La Orden, un prodigio. Todos los días demostraba sus habilidades y su fuerza, pero aún así era su compañera quien tenía su propia presentación.

—¿Por qué esa no-maga va a tener su propia presentación aquí en La Escuela?— preguntó su amiga, dejando los ojos en blanco, intentando apoyar a Lily.

Lily agarró el cartel, triturándolo con sus propias manos entre insultos. Tras destrozarlo, se lo pasó a su amiga que formaba parte de la escuela del fuego, que lo quemó con una llama que formó con su dedo índice. Lily gruñía, alejándose del lugar dando pisotones y murmullan-do obscenidades.

—¡Lily! ¡Tú te mereces una presentación!— le gritó su amiga de pelo rubio. —Esa no-maga seguro que hará el ridículo.—

Cuando Lily llegó a un banco, se sentó, cruzada de brazos y aún roja por el enfado. Sentía la necesidad de gritar de rabia, pero no que-ría atraer las miradas de más personas. Debía mantener la calma, aun-que se le hacía bastante difícil. Sus dos amigas se sentaron a cada lado, dándole la razón a Lily en todo lo que decía.

—Ella es mi compañera de habitación y te digo que no es para nada especial, ni siquiera sabe en qué escuela debe estudiar. Es tan débil...— contó.

La chica de piel oscuro y pelo negro empezó a burlarse de Scarlet, intentando complacer a Lily. Scarlet tenía algo que le diferenciaba de los demás, el acné. El acné era una infección cutánea muy extraña en el mundo mago, ya que existían ciertos hechizos de sanidad para evitar que apareciesen. Scarlet seguía teniéndolos sobre su rostro, aunque poco a poco se le iba desapareciendo, efecto de la magia.

—¿Has visto esas cosas que tiene en la cara? ¿Cómo se llama? ¿Acné?— se reía, cubriéndose la boca. —No tengas celos, Lily. Ella no es nada comparada contigo.—

Lily le echó una mirada amenazante a su amiga, la cual se echó atrás.

—¿Celos dices? No tengo celos, cariño. Sé que esa no-maga va a hacer el ridículo enfrente de toda la ciudad y La Escuela.—

Pero, por dentro, Lily temía que sería totalmente lo contrario. El maestro solo convocaba aquellas presentaciones para personas muy importantes, como por ejemplo nuevos profesores o alumnos que se habían graduado. Si Scarlet, una chica sin apenas control sobre su magia, iba a presentarse al mundo mago, eso quería decir que ella era igual de importantes que ellos. Quizás era una princesa del mundo no-mago, o hija de una persona importante del mundo no-mago.

Le avisó a Scarlet cuando la conoció que no debía interponerse en su camino, y sin embargo, lo estaba haciendo todos los días. Y, además, Scarlet estaba empezando a defenderse. Scarlet iba a quitarle el protagonismo, todos estarían embobados por la no-maga y no por Lily, la persona que trabajaba todos los días para poder ser la maga más fuerte de La Escuela, superando a sus profesores. La joven maga del agua y tierra no soportaba esa idea.

—¿Por qué crees que esa no-maga es tan importante?— preguntó una de las seguidoras de Lily.

—Quizás es una princesa. Habría que tratarla con respeto si es así.—

—¡Me da igual que sea una princesa! Es una no-maga, una persona absurda. Los profesores intentan que seamos abiertos de mente con ellos, intentan normalizar esa ideología. Yo lo veo una tontería. Seguramente es una campesina.—

Una sonrisa se le dibujó en la cara a Lily, le había aparecido una bombilla sobre su cabeza. Podía imaginarse a Scarlet haciendo el ridículo delante de todo el mundo mago en su presentación, hasta el punto donde tenía que volver al mundo no-mago para evitar las humillaciones y el acoso que soportaría tras ello.

—¿Sabes qué? Esa no-maga va a hacer el ridículo delante de todos... Y yo sé como asegurarlo.— sonrió Lily.

—Ni se te ocurra, Lily.— se escuchó una voz súbitamente.

Lily y las demás chicas se giraron la cabeza, encontrándose con un chico de pelo rubio que le caía en mechones desiguales. Marcus había estado escuchando todo desde que la oyó gritar en las tiendas, y decidió seguirla entre la multitud, sigilosamente. Si había algo curioso sobre Marcus era que, a pesar de no esquivar ataques, era muy sigiloso al espiar a las personas. El chico había estado allí todo ese tiempo sin que las magas se diesen cuenta de su presencia.

—Anda, mira quién es. Es el novio de la no-maga.— bromeó Lily, pasando su mirada a sus amigos en busca de aprobación.

Su amiga de pelo oscuro le siguió el rollo.

—No sabía que te gustaban los no-magos. ¿Qué pensarán tus futuros hijos sobre el hecho de que su madre es una no-maga? Les humillarás.— espetó la chica.

Lily soltó una carcajada.

—Le gusta porque a él se le da mal la magia, cariño. Necesita a alguien peor que él para sentirse superior. Por eso me dejó, porque yo era mejor que él en todos los sentidos. Ahora tiene a una no-maga débil, y se siente importante.— prosiguió Lily.

Marcus ignoraba todos los insultos. Sabía que Lily jamás cambia-ría su forma de ser, sus padres le habían criado enseñándole que la discriminación estaba bien. Lily era un caso perdido en sus ojos, pero no iba a dejar que la chica arruinase la presentación de Scarlet. Él supo desde el primer momento que Scarlet era distinta a las demás, lo notó nada más hablar con ella en la taberna. Si ella tenía su propia presentación, quería decir que sus sospechas eran ciertas, algo raro estaba pasando. No se convocaban presentaciones de la nada.

—Te estoy avisando. No le arruines la presentación o te arrepentirás.— le avisó Marcus.

Lily pasó un mechón de su pelo tras su hombro, mirándole a Marcus con una mirada que reflejaba confianza. Sus padres le habían enseñado que una sonrisa y confianza eran la clave para demostrar tu superioridad, y eso hacía con Marcus.

—¿Me arrepentiré? Madre mía, estás muy coladito por esa no-maga. Mira como tiemblo.— dijo Lily, imitando un tono miedoso.

Marcus seguía con esa mirada amenazante.

—Quedas avisada.—

Las Crónicas Nefalem: Malicia (LIBRO #1)Where stories live. Discover now