Capítulo Veinticinco

1.7K 137 20
                                    

Avery


A pesar de haber transcurrido alrededor de cuatro meses desde que fui a esa clínica que acabó volviéndose un punto de inflexión de mi vida, todavía hay momentos en donde me resulta difícil creer que todo esto haya pasado. ¿Quizá tuve un accidente y quedé en coma? ¿Tal vez esté en el sueño más largo y extraño que haya tenido jamás? O ¿quizás me he vuelto loca? No puedo evitar considerar esas opciones, porque, aunque igual de increíbles en cierto nivel, podrían llegar a tener más... sentido.

No se trata de arrepentimientos, pues, pese a que no lo esperaba ni ha sido un proceso maravilloso todo el tiempo, he aprendido a abrazar con mi corazón esta sorpresa, mi instinto de protección crece al igual que lo hace mi amor por estos bebés. Estoy agradecida, porque sé que no todas las mujeres se sienten así desde el principio, al final es, como dije, un proceso.

Lo que me ha ayudado a no caer en un espiral sinfín de ansiedad y pánico es, además de las sesiones de terapia, reconocer que no estoy sola, Meghan y Meredith están allí para recodármelo, incluso Lucas y Owen, el último hasta me aseguró que podría llamarlo ante cualquier emergencia después de darme su teléfono la primera vez que nos conocimos, y nunca se sintió como si se trata de una responsabilidad por llevar los bebés de la pelinegra, sino como un genuino interés por saber de mí. A veces tengo ganas de llorar al pensarlo... Y otras veces simplemente me echo a llorar.

Es genial saber que cuanto con personas amables y genuinas que están dispuestas... No, que quieren estar contigo y para ti.

Notando que me he quedado congelada viendo a la nada, reanudo mi tarea de llenar mi vaso con agua. El líquido pasa por mi garganta calmando mi sed y suelto un suspiro de satisfacción tras el último trago. Después de pasar un tiempo disfrutando por primera vez de la zona de la piscina, tuve que obligarme a levantar mi trasero de la cómoda tumbona en favor de venir a hidratare. Amo el verano, pero las temperaturas en Miami pueden llegar a ser crueles y peligrosos si no se tiene el debido cuidado, y estando embarazada no es una cosa que me pueda tomar a juego. Por lo mismo, también me aseguré de cubrirme con una considerable capa de bloqueador solar.

El sonido de la puerta principal me sacude de mis pensamientos. Intrigada y curiosa, escucho pasos acercarse para ser seguida de una voz familiar.

―En la cocina ―informo instintivamente y pronto las pisadas se oyen más cerca hasta que la pelinegra parece en mi campo de visión.

Y, dulce infierno, ¿ya había mencionado que no existen nada más sexy para mí que una mujer en traje? Juro que esta mujer debe haber sido sacada de mis más pecaminosos sueños.

―Lo siento, ¿qué? ―pregunto al darme cuenta que me ha estado hablando y no me he enterado de nada.

―Solo estaba preguntando sobre tu experiencia en la piscina, suposición asumida por tu... actual vestimenta.

El hecho de que esto último lo diga mientras hace un intenso escaneo por mi figura, provocando que mi piel se erice en cada centímetro que recorre con su mirada, no ayuda en nada a mi estado ya alterado, mi corazón late emocionado a tal punto que podría estar planeado escaparse de mi pecho. Dios, hablando de pechos, por supuesto que tiene sentido que haya notado mi vestimenta cuando esta solo consiste en un bikini blanco, que debo admitir me queda más pequeño de lo que solía hacerlo, junto con una bata abierta que no hace mucho para taparme. En mi defensa diré que estoy embarazada y mi prioridad no estaba en comprar ropa de baño, además de que no esperaba que Meghan volviera temprano del trabajo.

Rayos, nunca he sido una persona extremadamente pudorosa, y, pese a que mi cuerpo no es el mismo de antes, creo que me veo bien estando embarazada, sin embargo hay cierta... vulnerabilidad adyacente a mi nueva figura que no puedo evitar sentir, ¡menos cuando la encarnación Afrodita me está mirando así!

Fuera Del PlanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora