Capítulo Veintidós

1.7K 149 21
                                    

Avery


Una voz. Alguien está diciendo mi nombre, pero a mi cerebro le cuesta un momento ponerse al día sobre lo que está pasando mientras la sensación de una ligera sacudida seguida de mi nombre insiste por mi atención

¿Qué...?

En un sobresalto, abro mis parpados entrando en alerta, solo para encontrarme con una paisaje familiar y a la dueña de dicha voz cuyos ojos intensos me observan con cierta cautela.

―Está bien, está bien ―tranquiliza en tono suave―. Lo siento, no quise asustarte.

Siendo consciente de mi posición acostada en la tumbona acolchada del hermoso balcón, recuerdo que estaba leyendo bajo la sombra de la sombrilla, queriendo disfrutar un poco del aire libre y el clima misericordiosamente no demasiado caliente de la tarde, y tal parece que me quedé dormida en algún punto, ahora el sol está a nada de perderse en el horizonte. También, me doy cuenta que el libro que leía ahora se encuentra perfectamente colocado en la pequeña mesa de madera de al lado junto a un vaso con agua que no recuerdo haber traído, supongo que la pelinegra tuvo que ver con ello.

―Está bien. No sabía que me había quedado dormida ―hablo, con cierta ronquez en mi voz, teniendo que ahogar un bostezo al final.

Sacudiendo el resto de la bruma de la siesta, suelto un profundo suspiro a la vez que mes estiro para sentarme en la tumbona, con toda la facilidad que permite un vientre con dos bebés de quince semanas, casi dieciséis.

Dios, cada vez mi barriga está más enorme. Tengo algunos sentimientos encontrados al respecto.

―Ten. ―Acepto el vaso que me extiende, murmurando un bajo agradecimiento antes de beber el contenido―. ¿Has estado mucho tiempo aquí fuera?

―Mm, ¿qué horas es?

―Ocho y cinco ―responde tras un rápido vistazo a su teléfono.

―Entonces, alrededor de dos horas.

―Deberías entrar y darme una ducha, el calor puede provocar calambres y otros malestares.

―Okey. Aunque, el calor no ha sido fuerte porque las nubes han estado así ―digo señalando la extraña forma en el cielo, que se extiende como una cortina de salpicaduras blancas.

―Cirrocúmulos.

―¿Qué?

―Así se llama ese tipo de nubes. Se encuentran en las capas más altas del cielo, no pronostican lluvia, y se caracterizan por su apariencia de manto o capa delgada de nubes blancas, sin sombras propias ―explica con calma, su mirada enfocada momentáneamente en el paisaje, su rostro sereno iluminado por los últimos tímidos rayos de sol dándole un aspecto... etéreo.

Cuando mis ojos regresan a mí, debo luchar con el sonrojo además de volver a encontrarle sentido a las palabras en mi cabeza.

―Yo... Ahora lo sé ―musito, casi inaudible. Aclaro sutilmente mi garganta―. Bueno, mm, supongo que debería entrar a darme ese baño.

―Me gustaría que habláramos después, si estás de acuerdo.

―Oh... ―De nuevo soy tomada con la guardia baja y hago un esfuerzo para no enloquecer ante lo que podría significar. Es difícil. Mi boca se abre y cierra hasta que finalmente consigo hacer salir mi voz, aunque un tanto vacilante―. O-key. Mm, ¿nos reunimos en la sala?

―Sí.

Sin más, me ayuda a ponerme en pie y en silencio nos adentramos al penthouse, cada una tomando después una dirección diferente.

Fuera Del PlanWhere stories live. Discover now