Capítulo Trece

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Meghan


Mi padre suele decir: «una persona que no cumple su palabra, es una persona que no tiene honor», y estoy de acuerdo. Al igual que mi trabajo y mi familia, me tomo en serio las promesas. Así que, cuando le prometí a la pelirroja que pensaría sobre sus inquietudes, mi lado obsesivo me llevó a estar casi dos horas meditando las posibles soluciones. Es seguro que entiendo su sentir, a mí tampoco me gusta no hacer nada, incluso delegar tareas fue un proceso complicado para mí mientras crecía; sin embargo, depositar mi confianza en ella no me provoca tanto recelo como en otros casos, supongo que debido a que ya le estoy confiando en cierta medida la vida de mis hijos y, hasta los momento, lo ha hecho notablemente.

Owen ha dejado en claro más de una vez que debería ser menos "seca" en mis interacciones con la chica, que hacer una nueva amiga no estaría mal, pero, desde mi percepción, ¿la camaradería no dificultaría la eventual separación? Quiero decir, nuestro contrato especifica nuestras funciones como contratante y contratada, una relación estrictamente formal.

¿Sería correcto hacer modificaciones?

―Oh, uhm... Hola ―no me sorprende el saludo, habiendo escuchado el salvaescaleras funcionar segundos antes.

―Buen día ―saludo de vuelta, haciendo caso omiso de su evidente, y un tanto graciosa, expresión de asombro. Claramente no esperaba mi presencia.

―Sí. Buenos días... ―musita para entonces acercarse lentamente, ayudándose con las muletas.

―He preparado el desayuno.

―¿Lo has hecho? ―me interrumpe antes de que pueda anunciar el menú.

―Correcto ―asiento―. Tostadas de pan integral, jamón cocido, ensalada de frutas y jugo de naranja, también hay cereales si gustas. O puedo...

―No, no. Está bien. Suena maravilloso, gracias ―asegura en una pequeña sonrisa―. Solo... No sabía que cocinabas.

―No soy la más versada en las artes culinarias, pero puedo manejar algunos platillos.

―Anotado.

Mientras toma asiento en la barra, procedo a servirle el desayuno para posteriormente depositarlo frente a ella, recibiendo un suave agradecimiento de su parte.

―Así que... ¿Hoy no hay trabajo? ―Parece que la curiosidad al fin le gana después de un par de bocados y algunas miradas fugaces.

―Decidí tomar el día libre.

―Oh. Eso es genial. Aunque, por lo general, cuando se tiene un día libre, la gente suele dormir hasta tarde ―señala en ligero tono humorista.

―¿Por qué estás despierta?

―Okey. Primero, touché ―acepta en una risa―. Segundo, náuseas matutinas.

―¿Estás bien?

―Sí. En realidad estos bebes están resultando tranquilos. Hasta los momentos ―clarifica―. Supongo que podrían haberlo sacado de ti ―bromea.

―Y yo supongo que debería decir: de nada.

Aunque no es mi intención que se interprete como un chiste, la pelirroja acaba soltando una melódica risa.

―Bueno, ahora me pregunto si los antojos constantes y extraños también vinieron de la madre ―comenta, su mirada brillando de diversión.

―¿Qué tipo de antojos?

―Fresas con limón y sal. Papas fritas con chocolate derretido.

―No se oye apetitoso ―observo en una mueca. Ella ríe.

Fuera Del PlanWhere stories live. Discover now