El día estaba tan hermoso, el sol brillaba, había muchas nubes en el cielo, el aire fresco se sentía, los pájaros cantaban, era un gran día para una gran ocasión, lástima que mi madre tuvo que arruinarme este bello día.

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Había terminado de vestirme, me senté en mi tocador para empezar a maquillarme, y escuche unos golpes en la puerta.

—¿Quién? —pregunte

—Stella

—Adelante

Termine de maquillarme cuando Stella entro a mi habitación.

—Es un caos allá abajo —me coloque el labial—. Si me permites decirlo, te ves hermosa —la mire de reojo

—Igual luces bien —sonrió

Stella llevaba puesto un vestido azul rey, súper largo y con un escote en v, le quedaba muy bien ya que ella era delgada, su cabello negro caía en ondas, y sus ojos verdes tenían un perfecto delineado.

—¿Ya llegaron todos?

—Algo así, no sé a cuantas personas invito tu hermana

—Solo a la familia —me levante y me mire al espejo— y un par de amigos supongo —conteste al mirar mi vestido

—Te miras estresada, ¿todo bien? —me senté a su lado

—Sí, todo bien. Estuve ayudando a mi madre con los preparativos y... fue un caos— suspiré, moviendo mis manos al aire— ya sabes cómo se pone cuando nuestros caracters chocan

—Sí, es todo un problema —asentí

—Detesto las fiestas —bufé

—Lo sé

—Pero mi hermana no se casa todos los días

—Le prometiste qué harías el más mínimo esfuerzo de estar ahí

—Y lo haré —suspire—. Vamos antes de que mi madre mande a alguien a buscarme

Salimos de mi habitación en silencio. La casa estaba vacía, nuestros tacones eran los únicos que se podían escuchar en toda la sala.

Al llegar al patio a lo lejos se miraba a toda mi familia. Debo admitir que la decoración era muy bonita en todos los aspectos posibles —gracias a mi hermana por convencer a mi madre de esta decoración— adornos color crema, las flores blancas daban un sendero precioso hacia el altar.

Mi familia me miro mientras iba avanzando, Stella se quedó junto a sus padres, cuando divisé a mi madre y mis hermanos me senté a su lado.

—Mamá estaba a punto de mandar a buscarte

—Sabes que soy puntual —comente sin mirarla

—Lo sé, por eso no estaba preocupada

La clásica música empezó a sonar, mi padre entro junto a mi hermana, su vestido color crema se miraba precioso, aunque no era de tanto encaje, fue algo sencillo, pero precioso.

El evento no duro mucho, mi madre derramo un par de lágrimas a lo largo de este, y nosotros solo nos dedicamos a escuchar las palabras del juez. A la hora de los votos mi hermana también derramo un par de lágrimas, la ceremonia fue tranquila.

—Y por el poder que me concede la ley, los declaro marido y mujer. Puede besar a su ahora esposa —los aplausos se hicieron presentes

—¡Felicidades!

—Mujer deja de llorar, se te está escurriendo el maquillaje —murmuro mi padre

—Vale la pena por este momento —la mire de reojo—, sabes mejor si me arreglo, Mattheo

Un juego a la vezWhere stories live. Discover now