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Hay algo sobre Agustin en el escenario, interpretando un papel y conmoviendo a la audiencia con cada gesto de sus manos y cada palabra de su boca, que es extraordinario.

Marcos observa, cautivado, desde la primera fila en donde está sentado con Marquitos y Lucio. Está lleno de orgullo y asombro extremos mientras Agustin cautiva al público, fascinándolos con su monólogo, su actuación y su carisma sin esfuerzo. La obra pudo bien haber sido puro Agustin y Agustin por lo poco que Marcos  le puso atención a cualquier otra cosa o persona.

Ni si quiera le presta mucha atención a la historia en sí, sus ojos están pegados a la forma en que las luces reflejan sombras e iluminan la cara de Agustin. Marcos no puede evitar observarlo, pero no es el único. Todos están bajo el hechizo de Agustin, todos los ojos siguiéndolo mientras se mueve a través del escenario.

Cuando el telón se cierra finalmente y los actores y Agustin salen al escenario por una reverencia final, Marcos se pone de pie, aplaude y aclama hasta que su garganta le duele.

Agustín atrapa su mirada y se ilumina, con una sonrisa personal y familiar que hace las manos de Marcos temblar. Luego desaparece detrás del escenario con el resto del elenco y Marcos  lo siente irse.

Marquitos y Lucio empiezan a hablar con otros compañeros y amigos, pero Marcos se pone ansioso rápidamente. Sigue mirando a las flores que tiene a sus pies. Es un ramo de narcisos – tan brillante y hermoso como el mismo a Agustín, y los había conseguido en el último minuto, casi llegando tarde al primer acto.

Cuando se da cuenta de que la historia que Marquitos le está contando a una chica se va a alargar, Marcos decide que no puede esperar más. Necesita ver a Agustin– decirle lo asombroso que estuvo y darle las flores. Así que lo irá a buscar él mismo. Toca el hombro de Lucio y le avisa, y después agarra el ramo con decisión y se dirige al backstage.

Después de unos segundos queda muy claro que el lugar es un completo caos. Las personas están corriendo alrededor con disfraces o ropa formal, las voces mezclándose en un murmullo incoherente y hay cuerpos sudados moviéndose sin parar. La temperatura se siente diez grados más alta.

Marcos se pierde un poco, agarrando las flores con impotencia mientras busca a su estrella favorita de la noche.

Afortunadamente, el universo parece compadecerse de él porque Constanza, también una de las protagonistas del espectáculo, lo encuentra después de otro par de minutos.

"¡Marcos!" dice ella felizmente, abrazándolo rápido.

"¡Constanza! Estuviste fantástica," dice honestamente, dándole suaves palmadas en la espalda cuando ella lo abraza más fuerte. Aclara su garganta cuando ella lo suelta. "¿Has visto a –"

"¿Agustin?" termina, sonriendo de lado. "Está en su vestidor." Mira las flores y asiente. "Buen trabajo, Ginocchio . Las amará."

"Oh, esto no es..." su protesta se desvanece cuando Constanza se distrae para hablar con alguien más.

Vestidor, se repite a sí mismo, con sus ojos buscando algún letrero o flecha.

Lo encuentra eventualmente, una placa mediana indicando que es el vestidor de los protagonistas. Se dirige hacia ahí rápidamente, sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho, y después toca la puerta.

"¿Quién es?" una voz pregunta. Una familiar y encantadora voz. Marcos exhala.

"Soy yo," dice, abriendo la puerta y entrando.Agustín es el único en la habitación, limpiando su maquillaje de escenario en frente de un espejo iluminado, con una mueca de concentración en su rostro.

Cuando Agustin ve las flores a través del espejo, se ilumina completamente, girando sobre sí con una sonrisa deslumbrante. Sus ojos brillan y su sonrisa es radiante, como el sol asomándose desde las nubes en su resplandeciente gloria.

MIEL ; MARGUS Where stories live. Discover now