XXI: Una conversación tensa

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—¿Se puede saber qué quieres? —preguntó Carwyn, una vez la puerta estuvo cerrada y ellos dos, solos. No se escuchaba ni un solo ruido más allá de sus voces, pero de todos modos, Damien se asomó por la escalera y por el pasillo para asegurarse de que nadie les escuchaba antes de responder. Se acercó a Carwyn, como si quisiera intimidarle.

—No se lo habrás contado, ¿no? Lo nuestro, lo del plan y lo de qué hago yo aquí —susurró, con voz amenazadora y el ceño fruncido. Al joven no parecía gustarle del todo la idea de que Carwyn disfrutara de la compañía de alguien más, principalmente porque no tenía demasiada confianza en él. 

—¡¿Qué?! ¡Claro que no, me he reencontrado con ella esta mañana! —exclamó el príncipe, molesto ante la acusación del asesino.

—Menos mal, porque como alguien se entere de esto sin que nosotros lo hayamos hablado primero, te juro que te voy a...

—¿Algo más? ¿O solo has venido aquí a molestar? —interrumpió Carwyn, cruzándose de brazos y apoyándose en la pared con aire de fastidio. Damien gruñó un poco y se reprimió para gritarle algo, limitándose a decir lo que tenía que decir.

—En uno de los libros que escogí yo no he encontrado más que mitos y leyendas escritas hace mucho tiempo, Carwyn —explicó—. ¿Qué has encontrado tú en los tuyos?

El príncipe se preguntó si realmente le había hecho cortar su conversación con Priscilla para hacerle ese tipo de preguntas, pero decidió no hacer ese comentario y suspirar, mirándole con expresión fría.

—¿Ya te has leído todo un libro? —inquirió, con un tono de voz algo burlón, como si no creyese sus palabras. Damien se acercó más a él, entornando los ojos.

—Nunca me crees cuando te lo digo, pero tengo mis métodos y mi manera de hacer las cosas, la cual es claramente mejor que la tuya. A decir verdad, dudo que haya algo en ti que se me acerque a la suela de los zapatos, no sé si lo sabías —soltó Damien, quien al parecer estaba bastante enfurecido esa noche y hacía un esfuerzo por guardárselo dentro. Carwyn abrió la boca para ladrarle que quién se creía que era para hablarle así al príncipe heredero, pero, por lo visto, a Damien le importaba bien poco cualquier cosa que tuviera que ver con el Reino de la Luz. Resopló.

—En el que yo he empezado tampoco pone nada interesante. 

—Está bien. Escúchame —ordenó el asesino—. Hay un vidente procedente de Traehock en la ciudad, un hombre que se supone que puede hablar con los antiguos espíritus y que dicen que no hay nada que no sepa. 

—¿Crees en esas cosas? —No es que Carwyn no lo hiciese, pero el joven tenía sus dudas sobre si aquello de la magia para adivinar ciertos aspectos era real o tan solo una invención de la antigüedad que había perdurado hasta esos días. Además, no creía a Damien capaz de tener esas creencias; no obstante y de cualquier forma, al joven pareció fastidiarle su pregunta. 

—En lo que creo es en una manera de regresar a mi mundo, así que haz un esfuerzo y deja de ser tan estúpido.

—¡¿Por qué no te calmas?! —protestó Carwyn, haciendo un gran esfuerzo por no gritar. Se irguió e hizo que Damien retrocediera un paso para no chocar con él. El asesino frunció el ceño aún más, cerrando los puños con fuerza. Por el amor de Nioma, si el abrazo de la diosa se lo permitiera y estuviera en el Reino de la Oscuridad, ese bastardo ya estaría muerto. Muerto y probablemente con la garganta abierta—. Solo estoy haciendo preguntas, pero sobre lo que más tengo dudas es sobre si te habías dado cuenta de los malditos cambios de humor que tienes a cada segundo que pasa, solo te hace más insoportable. 

Y por primera vez desde que se conocían, Damien le puso el cuchillo en la garganta al príncipe heredero con un movimiento rápido y letal.

Carwyn retrocedió hasta chocar con la pared, apretando la mandíbula al mismo tiempo que notaba el frío acero del filo sobre su garganta, amenazando con cortarle ahí. Apenas se atrevió a respirar, asustado aunque no estuviese dispuesto a reconocerlo. Asustado porque sabía que Damien estaba lo suficientemente mal como para hacerlo, aunque en el fondo no le conviniese.  Sonrió.

Rogando a la LunaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz