Capítulo 14: La tienda de cordones

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—¿Sabes? Es un poco triste tener que mataros

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—¿Sabes? Es un poco triste tener que mataros. No lo entiendo, con lo bien que viviríais si no incumplieseis las órdenes… —me crucé de brazos en el suelo mirando a Miyokede, acabábamos de descubrir que era un proxy rebelde. Él miraba hacia abajo y escupía sangre, también le costaba mantener los ojos abiertos.

—Suicidaos o uníos, no hay más —dijo en voz baja y tosió sangre.

—Al principio erais bastante ingeniosos, ahora sois repetitivos —golpeteé varias veces mi tubo en el suelo.

—Sabemos que… no queréis verlo… Estáis demasiado ciegos o… o no os importa… Pero… sabéis que esto no está bien… Al final todo esto os… va a explotar en la… cara… —cerró los ojos jadeando pesadamente.

—Te fastidié bastante las costillas. Y qué decir de los pulmones… No vas a durar mucho así que… —me levanté llevando mi tubo a mis hombros, pasándolo por ambos brazos y salí por la puerta del cobertizo. No le quedaba mucho de vida a Miyokede, moriría al caer inconsciente por falta de oxígeno. Por suerte no hacía falta que yo diese el golpe final.

Estaba a punto de amanecer, debía recoger la mierda de los secuestrados antes de que despertaran. Esto me pasa por dejar que Masky y Toby hablen antes que yo…

Entré en la celda sigilosamente después de tomar las llaves. No tenía intención de despertar a ninguno y tener que interactuar con ellos. El olor a desechos era demasiado fuerte.

—Putos críos, no puedo creer que tenga que estar limpiando su mierda… Soy un asesino, no una niñera —susurré lo más bajo que pude. Me costaba mucho mantenerme callado. 

Agarré el asa del balde y salí del almacén, luego tiré toda su porquería en la tierra. Tomé la manguera y encendí la bomba de agua. Con rapidez la pasé en círculos por el cubo hasta quitar los restos. Volví a la celda, coloqué el cubo en su sitio y volví a cerrar la puerta de la celda con llave. Mientras caminaba hacia el bosque, alcé la cabeza y miré de reojo a los adolescentes. Uno de ellos estaba despierto y me estuvo observando. Hice una mueca tras el pasamontañas y salí del almacén. 

Tras una pequeña caminata por el bosque, por fin había llegado a mi cabaña. Abrí la puerta, la cerré de un portazo y me tiré al sofá, estirando los brazos en el respaldo. Cerré los ojos tras echar mi cabeza atrás por tan solo cinco segundos hasta que escuché que golpearon mi puerta.

—¿Acaso no puedo descansar tan solo cinco minutos? —murmuré arrugando el respaldo del sofá con ambas manos y resoplé por la nariz. Me levanté y caminé con fuerza, con la intención de que se escucharan mis pasos, y abrí la puerta, encontrándome con Nirvana.

—¿Qué quieres, Nirvana? —sujeté la puerta con mi mano izquierda y me apoyé en el marco con la derecha.

—Quería verte. —Se acercó a mí mirándome a los ojos tras mi pasamontañas.

El otro lado (Novela Creepypasta)Where stories live. Discover now