«Paz entre nosotros, guerra con el resto». Las reglas son sencillas: si te refugias con el grupo, proteges al grupo; nada de asesinarse entre los nuestros; jamás serás juzgado si dañas a alguien ajeno.
Asesinos. Entidades. LEYENDAS. Todas estas cel...
—Toby, tu hermana está muerta —Contestó y di un golpetazo en la mesa.
—¡NO HABLES ASÍ DE LYRA! —Grité acercándome a su rostro.
—Todos hemos perdido a alguien, pero tú eres el único que se aferra al pasado, al menos de nosotros. Tienes que seguir adelante, esto solo te detiene, te estanca. Buscarla no hará que reviva.
—¡NO SABES UNA MIERDA, MASKY! ¡TÚ NUNCA LA CONOCISTE NI SABES SI SIQUIERA SI ESTÁ MUERTA! —Grité y un fuerte tic movió mi cuello de forma brusca.
—Y tú no sabes si está viva —atajó e hice mi mano un puño. Caminé hacia la nevera, la abrí con brusquedad, arranqué un pedazo de carne cruda que tenía guardada y me la llevé a la boca para masticarla—. Esto no te hace, solo mír…
—Si tu madre —hablé mientras masticaba— siguiese viva y no hubiese sido comida por los perros, sino que hubiese desaparecido, ¿no la buscarías?
—Mi madre no tiene nada que ver aquí…
—¿LA HUBIESES BUSCADO?
—Tim la vio morir, imbécil. Vio como esos putos pitbulls se la comían viva solo porque su dueño no les puso bozal… Y porque Tim no pudo huir… Tim se quedó quieto y nuestra madre se puso de escudo humano solo para protegerlo… Tim sí la vio morir porque fue su culpa.
Tragué en seco mirándolo. Sentía cómo mi nuez subía y bajaba. Negué varias veces con la cabeza. Masky resopló.
—Tienes que matar a Roy. Solo vine para eso. Por cierto, me iré con Lexy esta noche, la fulana esa de los secuestrados. Que no me molesten a esa hora.
Sin decir más, se dio la vuelta y salió de mi cabaña tras ponerse su máscara.
Tan amable como siempre.
Me agaché para recoger los periódicos de nuevo.
«Port Alberni de luto: el alcalde de la ciudad dedica unas palabras a los familiares de los fallecidos y dice no descansar hasta encontrar al pasajero desaparecido».
Agarré este periódico con fuerza. Por más que lo intenté no pude evitar que solo un mes después ya nadie recordara aquel fatídico día. Pero yo no abandoné, nunca lo hice.
Encontraré a mi hermana. Encontraré a Lyra.
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Una costura por aquí, y otra por allá…
—¡OH, YO LO SÉ, YO LO SÉ! ¡YO, YO, YOOO! —Gritaba Candy Pop con esa voz chillona— Creo que ninguno debéis teneeeer… ¡Blanco, herramienta y comedor!
No pude evitar sonreír. Estaba de espalda a ellos, trabajando en un nuevo proyecto, pero me encantaba escuchar de fondo cómo se divertían con el Cluedo. Siempre me ha parecido un juego maravilloso.
—Mm… ¿y si te dijera…? —parecía que Puppeteer le había pasado una de sus cartas a Candy.