Cap. 1: La caída

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Caminó, sin prisas, sin preocuparse por nada, solo caminó. Aprovechó para ir a un parque y columpiarse hasta que sus brazos se cansaran; miraba al cielo anaranjado recibiendo con tremendo gusto el viento que le besaba la cara, deseando que ese momento no terminara, pero ella misma se detuvo para continuar vagando.

La noche llegó y con ella las luces, blancas, amarillas, rojas y azules se encendieron. Todo era tan hermoso a sus ojos, tan artificial. El aire contaminado le parecía algo especial. La vida nocturna de Tokio.

Su falda amarilla ondeaba mientras ella seguía caminando sin un rumbo específico. Sacó su teléfono y lo abrió para dejar ver la pantalla cuadrada con sus 20 teclas bajo la misma. Vio la hora: 12:00 a.m. Pensó en regresar a casa, pero realmente no quería.

Cerca de donde estaba había un vecindario que guardaba un templo. Hasta allá se dirigió. Podía pasar la noche ahí sin ser regañada. Al llegar, poco hay que explicar, solo dejó su mochila junto al puesto de oración y se acostó en el suelo.

Mentiría si dijera que durmió bien. Despertó con la claridad de amanecer. Se levantó del suelo y se sacudió. Agarró su mochila y se dispuso a irse, pero el lugar era tan grande y tan silencioso que la invitaban a inspeccionarlo.

Se detuvo frente al tronco ancho y poderoso de un árbol. Pasó por la parte interior del cuarto de oración. Por último entró a un pequeño hangar donde se mostraba un pozo de madera bajando unas escaleras. Bajó y se asomó sobre el marco.

Escuchó una voz femenina venir desde afuera. Abrió un poco la puerta para ver que era una chica que se dirigía al hangar. Se asustó, no quería ser descubierta. Miró al pozo y decidió bajar por ahí hasta que la chica se fuera, luego se iría de ese lugar.

Rápidamente se agarró de las escaleras de cuerda y comenzó a bajar. Estando bastante cerca del suelo una de sus manos y sus pies fallaron, haciéndola caer hacia atrás. Se hubiera esperado un golpe en la espalda, pero este no llegó.

En cambio, se vio rodeada de una luz que se podía ver tan rosada como azul, y el miedo la invadió. No sabía que estaba pasando, si era una alucinación, si estaba muriendo, pero sobre todo la sensación de estar en el aire con tanto espacio indefinido a su alrededor la aterró. Al volver a tocar la tierra firme, estaba temblando. Miró a su alrededor, topándose con el interior del pozo otra vez, pero algo había cambiado.

Los huesos en el piso, las enredaderas, eso no se hallaba anteriormente. Tenía que salir de ahí. Comenzó a escalar hasta salir y casi cae de nuevo. Muchísima vegetación y un bosque se abrían frente a ella. Salió por completo tratando de orientarse pero era inútil.

Sintió un ruido venir del pozo. La chica de antes estaba saliendo de ahí, provocando que ahogara un grito. Se quedó completamente inmóvil, hasta que la joven la vio algo sorprendida. Salió rápidamente mostrando su largo cabello negro y acercándose a ella.

- ¿Cómo es posible? - se quedó callada un momento - ¿Cuál es tu nombre?

- ... Kyoko Wada ... y-yo. Lo siento por entrar al templo, solo ... quiero regresar, lo siento mucho.

- Tranquila, ven siéntate aquí - ambas tomaron asiento en el suelo, recostadas al pozo. - Mi nombre es Aome Higurashi. Ahora Kyoko, explícame, ¿qué sucedió?

- Yo ... escapé de casa, bueno, no escapé, solo no entré. Me quedé en el templo a dormir porque no quise regresar. Cuando desperté comencé a husmear, lo siento sé que no estuvo bien. Cuando entré al hangar del pozo y vi que venías, me asusté así que quise esconderme dentro del pozo pero me caí. Lo siento, en verdad lo siento.

Aome quería preguntarle por qué escapó de casa, pero no lo consideró apropiado.

- ... Si regresas, ¿podrías olvidar lo que pasó?

- Por supuesto, no le diré a nadie, lo prometo. Solo quiero volver.

- Bien, ven. - las dos se pusieron de pie mirando al pozo - si saltas de nuevo debes poder regresar.

- ¿Puedo usar las escaleras y luego lanzarme? Me da algo de miedo saltar desde tan alto.

Aome asintió. Kyoko comenzó a descender por la escalera de cuerda. Al estar a cuatro escalones se lanzó ... y recibió un golpe en la espalda. Saltó de nuevo, desde un poco más alto pero nada ocurrió. Miedo, tenía mucho miedo. Miró hacia arriba encontrándose con la mirada preocupada y sorprendida de Aome. Subió de nuevo y salió del pozo.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué ya no funciona?

Aome se preocupó, por lo que saltó ella y esta vez si funcionó. Pero no importó cuántas veces lo intentó Kyoko no lograba regresar. Aome incluso se arriesgó y le dio un fragmento de la Shikón pero tampoco hizo efecto.

- No lo entiendo - dijo la joven de cabello largos - Si entraste, deberías poder volver a nuestra época.

- ¿Época? Espera, ¿de qué estás hablando? ¿Qué es este lugar?

Aome no supo bien que decir - Estamos ... bueno, viajaste 500 años en el pasado. Este es el mismo lugar, pero hace mucho, muchísimo tiempo atrás. - Aome al ver la cara de incredulidad mezclada con miedo de la contraria tuvo que aclarar que no era una broma, pero eso solo la asustó más, parecía estar en shock.

Decidió llevarla a la aldea. La arrastró por el bosque hasta salir de este y llegar al pueblo. Entró a la cabaña de la anciana sacerdotisa del lugar, en dónde se encontraban esta y sus amigos.

Lo que vino después fue una introducción de Kyoko por parte de Aome, explicándole a sus amigos como esta llegó allí y de la misma forma explicándole a Kyoko una larga historia que tardó casi una hora sobre ese mundo y lo que debía saber sobre ellos, contra quien peleaban y por qué, los poderes de ciertos objetos que se le mencionarían a menudo como la perla y algunas armas.

Básicamente, ahora Kyoko estaba atrapada en la era sengoku sin la posibilidad de volver a su tiempo. Al no contar con ninguna habilidad o poder especial, optaron por dejarla quedarse en la aldea como la mejor opción, pues viajando junto a ellos podría ser una carga o morir en el peor de los casos.

Y así, Kyoko con tan solo 17 años comenzaría una vida nueva, lejos de todo lo que conoció alguna vez, sin poder escapar, sin saber si lo que sentía era alivio o tristeza.


(Foto de Kyoko en la multimedia)

Sálveme Señor _ Seshomaru x lectora Where stories live. Discover now