Un constante pensamiento de que, si moría, sería mejor que mantenerla conectada a todas esas máquinas llegaba a la mente de Gema y Emily cuando la miraban.

—Mi hermana también tuvo mellizos, dijo que la niña fue una tortura y el niño fue más suave.

—Pensé que era un mito —se burló Alice, tomando el suéter de la pequeña oficina lista para marcharse—, o que la doctora lo dijo para calmarte.

—Las dos son niñas —suspiro con pesadez, admitiendo la derrota. Eliot ganó, no solo era niña, eran dos.

—Emily —llamo Montserrat.

En cuanto la noto nerviosa pensó que iba a renunciar, se incorporó en la silla mirándola con tantos nervios que sus ojos dejaron esa pequeña iluminación natural.

A Emily le parecía tan bonita como rara, nunca conoció a alguien con un cabello blanco puro con algún corte que lo hacía ver desordenado todo el tiempo, unos ojos azul oscuro y la piel totalmente limpia, ni una peca o lunar.

—Mi tío vendrá en unas horas y creo que pedirá algo enorme para su boda, le recomendaron otras tiendas, pero quiere ver cómo estoy...

—¿El que te trajo? —asintió completamente nerviosa.

De ser por ella, Eddison y Emily no se tendrían que cruzar jamás en la vida, pero la sobreprotección le ganaba. Montserrat recordaba, quizá demasiado bien cuando era niña y él le prometió que no le fallaría como lo hizo con sus hermanas. Era normal tenerlo a sus espaldas todo el tiempo y le avergonzaba. Por lo menos ahora debía encontrar una excusa, tener que buscar flores en otro lugar cuando tenía a su sobrina trabajando en ello era una.

Poseían el suficiente dinero para vivir esta vida y la siguiente, pero Montse estaba segura de que quería algo sencillo para salir de todo el caos que le ofrecía su familia, amaba a su hermana, su esposo y sus tíos, pero la idea de depender de ellos siempre la acorralaba.

Amaba a sus niños a pesar de que cada año tendría unos nuevos y aun con su hermana mayor ofreciéndole todo, quería vivir independiente con su mejor amigo y amar lo que hacía, por eso se fue de Londres y la recibió Eddison un tiempo hasta que se organizó junto a su amigo y ambos estaban bien.

Y toda la preocupación de Montserrat era cierta, cuando su tío llegó, Emily jamás pensó que tendría un pedido para una boda tan grande y menos para un agente retirado, necesitaba llenar todo un salón, patio y literalmente el hotel completo de las flores favoritas de la novia, las flores nube no eran difíciles de conseguir, pero con el clima eran difíciles de mantener.

Además, el pedido no era para Boston, era pala Los Ángeles, lo que complicaba mucho más las cosas.

—¿Algo más? —pregunto, anotando los precios en su libreta— Creo que su novia debe querer una boda enorme.

Esa fue la única vez que el hombre soltó una risa, aunque no dijo nada minutos después un chico rubio mucho más bajito que él entró, quitándole la lista de precios de las manos de forma grosera.

Emily estaba acostumbrada a clientes así.

—¿Por qué le dejaste elegir las flores? —miro a Emily, quien se sintió intimidada al instante sin saber cómo responder.

—Dijiste que llegarías temprano, llevo dos horas aquí, ¿dónde se metió?

—Tráfico —se excusó—, ¿cómo mierda mezclas verde con morado?

Ese pensamiento conectó con el de ella hace unos minutos, normalmente sacaba una tabla pequeña de colores explicando que cosas mezclan y que cosas no se mezclan, pero con el tío de Montserrat en específico le daba miedo que le gritara, tener que contarle a Eliot y que pusiera guardias en su puerta. No llevaba ni una semana trabajando de nuevo y ya tenía muchos problemas de una sola persona.

A Las Flores Les Gusta El Silencio ✓ #PGP2024Where stories live. Discover now