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—Un gramo, de decencia humana te estoy pidiendo —suspiro, viendo los avisos del aeropuerto y esperando que el avión estuviera listo más rápido

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—Un gramo, de decencia humana te estoy pidiendo —suspiro, viendo los avisos del aeropuerto y esperando que el avión estuviera listo más rápido.

Estaban en la zona privada, la que solo utilizaba el dueño que por suerte era él.

El rubio estaba sentado, fingiendo mirar algo en su celular para no salir más regañado por su esposa. Llevaban días sin dirigirse la palabra por culpa de su mentira y no la culpaba, durante su época en la que todas las mentiras eran pequeñas aprendió que, después de un tiempo el frasco explota. Claro que la amaba, claro que las mentiras no eran algo usual a no ser que ella supiera la respuesta.

—Se lo diré, tranquila.

—¿Cuándo? —ataco.

—Cuando sea el momento, no fastidies.

—El momento será cuando estés conectado a un respirador a punto de morir y le digas a ese bebé que no lo querías...

—La quiero —le respondió de forma agresiva.

—Reemplazar no es querer, Eliot. No puedes pretender que querías algo igual y ¡Sorpresa! No lo es, porque es tuya, no de Alice. Ella no puede quererla de la misma forma porque su hija está muerta y eso nunca se sentirá igual.

No dijo nada más, no tenía sentido pelear con ella porque sabía que tenía la razón. Claro que quería a su futura hija, al menos la idea que quería creer de ella.

Solo hablo cuando se despidió de la pareja, cuando los vio subir al avión y pudo regresar a su casa. Se quedó estacionado con las palabras clavadas en su pecho, ¿realmente era un reemplazo? Antes sí, lo sabía. Pero, ¿ahora?

—Deberías verlo, era el capitán de rugby —Alice sintió los ojos de su hermano sobre ella cuando entró, algunas veces la odiaba y ella no se molestaba en dejar claro que era mutuo, después de todo, ¿cuántas vergüenzas no había pasado cuando era niño?

Merecía cobrarlas.

—¿Ya se fueron? —asintió.

—¿Seguirás hablando de mí?

—Creí que lo habían criado en casa.

—Nunca te dije eso Emily.

—Intuición —respondido sin darle muchas vueltas.

—Lo hicieron, cuando papá comenzó a dejarlo salir solo lo primero que hizo fue jugar con unos chicos de una escuela a media hora de donde vivíamos, lo metieron al equipo y...

—Alice... —amenazo, apoyando sus brazos contra el sofá donde estaba Emily.

Ante Emily, Eliot se sentía una persona honesta, quizá no le había dicho toda la verdad, pero se prometió esforzarse para decirle la verdad y también para no disfrazarla. No iban a salir más mentiras de su boca.

A Las Flores Les Gusta El Silencio ✓ #PGP2024Where stories live. Discover now