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Dos días estuvo Emily en el hospital, cuando le dieron el alta después del parto no estuvo del todo bien, Alex entro en un tipo de trance extraño donde no sentía que existía, pero tampoco se encontraba, los psiquiatras comenzaron a medicarla busca...

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Dos días estuvo Emily en el hospital, cuando le dieron el alta después del parto no estuvo del todo bien, Alex entro en un tipo de trance extraño donde no sentía que existía, pero tampoco se encontraba, los psiquiatras comenzaron a medicarla buscando una reacción que no llego en todo octubre. No reconocía ni siquiera a su hermano y eso era suficiente para que el medicamento también fuese para Milo.

Alex aún negaba que la mujer que la ayudo estuviera muerta, Milo volvió a sentir que estorbaba a su hermana y Emily solo podía sentir el dolor y ocultar todo lo que extrañaba a su mamá, se sentía culpable porque en su mente no de ser por ella no hubiese viajado y estaría viva a pesar de que los informes médicos realizados en Colombia durante los primeros seis meses daban a entender que había posibilidades de que algunos de los dos murieran o que ambos lo hicieran eran casi aseguradas.

—¿Cómo va la administración? —pregunto Emily, entrando en su florería y viendo como Alice tenía unas ojeras enormes, definitivamente su campo eran los hospitales.

—Hola, Emily —Montserrat casi sale disparada del mostrador en cuanto vio la carriola doble—. Ay, hola.

Dijo en un tono dulce, arqueando su espalda hasta estar a la altura de ambos niños, era altísima y con tacones parecía tocar el techo, Montserrat había comenzado a estudiar pedagogía, desde el inicio se le permitió trabajar con niños pequeños y para ella eran un curita en el corazón verlos, protegerlos y no dejar que nadie les arruine esa inocencia que le parecía tan dulce.

Eran casi un hogar momentáneo, los amaba.

Alice, de momento tenía miedo, a pesar de las constantes insistencias por tenerlos en sus brazos nunca aceptaba, no se sentía lista porque, aunque Eliot lo estaba dejando ir a ella aún le dolía, estaba avanzando, sí. Pero ese dolor jamás la dejaría tranquila y cuando el dolor se transformó en miedo no pude ver a sus sobrinas sin sentir que les dañaría mucho tenerla cerca.

Lilo, era mucho más enérgica que su hermana, la cual permanecía dormida la mayor parte del tiempo. Hizo que Emily y Eliot durmieran con ruido blanco dos semanas seguidas hasta que el dolor le paso y dejo de llorar, llegaban a retirarla unos segundos y era una lucha de cuatro horas como mínimo para que el llanto cesara.

—Emily —insistió, sentándose junto a ella como todas las noches.

—Yo las parí, tú las duermes.

—Esto acabará con nuestro matrimonio —Lilo grito aún más fuerte.

—No estamos casados, Eliot.

—Me casaré contigo para divorciarme.

Esa noche ninguno durmió, aunque Emily insistió en salir a pasearla en coche, Eliot aún tenía esa espina clavada en el corazón.

Por otro lado, Tiana era extremadamente tranquila, no lloraba mucho a excepción de cuando necesitaba un cambio o tenía hambre y Lucy, la niña de Emilia seguía en la incubadora, mejoraba y recaía constantemente lo que tenía a Emily y sus hermanos en una angustia horrible al no saber si iba a sobrevivir, era una lucha constante por mantenerla con vida.

A Las Flores Les Gusta El Silencio ✓ #PGP2024Kde žijí příběhy. Začni objevovat