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Emily y Alice amaban la primavera, lo supo por como admiro las flores en la ventana de su pequeño departamento; toco los pétalos de esas flores con tanta delicadeza que realmente sintió que quería cargarlas con ella si las raíces resistieran

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Emily y Alice amaban la primavera, lo supo por como admiro las flores en la ventana de su pequeño departamento; toco los pétalos de esas flores con tanta delicadeza que realmente sintió que quería cargarlas con ella si las raíces resistieran. La ayudo con cada cosa, descubrió la pequeña obsesión de la rubia por el orden, organizaba cada cosa en las cajas y cuando metía algo donde no era simplemente suspiraba antes de regañarlo. Alice miraba las flores de esa manera, aún no encontraba una forma para decirle que las plantas de su balcón estaban muertas porque no lograba regarlas con la reja interponiéndose. Para ambas, eran sus meses favoritos del año y amaban ver como todo florecía con más intensidad y belleza que el resto del año, aunque era muy diferente, Alice tenía que llevar a Eliot a lugares lejanos para que pudiese estar tranquilo de sus tutores, durante su época más problemática ella solía llevarlo a un pequeño campo de flores que encontró con su exnovio.

—¿Tenías el cabello negro? —pregunto, tomando una fotografía que estaba dentro de los cajones.

—Es mi hermana.

—¿Tienes hermanas?

—Siete, en realidad.

—¿No tenían televisión?

—Espero que tú no la tengas.

Los dos estaban sentados en el suelo, rodeados de cajas marcadas.

Eliot no soportaba mucho los tonos de coqueteo, menos las palabras con doble intención a no ser que él las diga. Era algo que no logro cambiar y cuando escucho como la voz de Emily se hizo más dulce se puso de rodillas y aparto los pocos centímetros entre ellos. Cuando quedó atrapada entre el cuerpo de Eliot y el borde de la cama se rindió ante un beso inesperado.

Uno con desesperación que escalo hasta que sintió su mano en su cuello, presionando con poca fuerza para atraerla. Su lengua encajó perfecto mientras buscaba los botones en la camisa, desabrocho uno por uno hasta dejarlo descubierto.

—Abre las piernas, Emily —le ordeno, ella no pudo evitar soltar una pequeña risa al escucharlo tan demandante.

—¿Por qué te haría caso?

—Porque si lo hago yo, no saldrás del todo bien.

Era la cercanía, su aliento, su respiración pausada, la forma en la que la besaba o quizá los recuerdos de como la recorrió esa primera vez, lo que la hizo ceder. Separo las rodillas recibiendo el cuerpo de Eliot contra el suyo, la última vez que utilizo esa cama fue con él y la última vez que vio esas paredes dejo a Milo.

Desde que era niña se le daba fácil hacer amigos, mientras que Eliot debía que evitar a todas las personas de su edad que buscaban interés en el dinero de su padre, o así le habían enseñado desde que era pequeño, su hermana se convirtió en su mejor amiga hasta que pudo confiar en otra persona. Cuando conoció a Zinov no pudo evitar esa conexión, desde el primer accidente no salió corriendo y sus padres le permitieron conservar esa amistad hasta que se enteraron de que era un adicto; hicieron todo para alejarlo, pero, después de años estaba sentado en su casa, hablando con Emily y mirándola con una sonrisa. Ella no paraba de contarle cosas y Zinov era bueno escuchando, realmente se relajó un poco cuando congeniaron de esa manera.

Cuando tenía quince logros escaparse para ir a una fiesta con una de las hijas de sus empleadas, se podría decir que esa noche fue su primera vez tomando alcohol, consumiendo algún tipo de droga de la que no tenía idea de su existencia y lo que logra recordad de su primera experiencia sexual. Su vida se convirtió en un constante descontrol de absolutamente todo y así fue por años hasta que la universidad lo mantuvo lo suficientemente ocupado para ignorar la necesidad de su cuerpo por lo que algún día considero divertido. Su amigo era diferente, él estuvo acostumbrado a la presión excesiva toda su vida, así que equilibrar la universidad con su adicción no se le hizo complicado. Continúo hundiéndose hasta que su exesposa entro en su vida, comenzó a tropezar algunas veces hasta que se divorció.

Para Eliot, Zinov era la definición de como el amor te hunde y te destroza en las etapas equivocadas.

Alice estaba trabajando como asistente de enfermería mientras estudiaba medicina, con los meses aprendió a usar los contactos de sus padres para ser una de las doctoras con más logros del hospital hasta que logro tener el suyo. Siempre supo del consumo constante de su hermano, pero nunca trato de detenerlo, se veía más tranquilo y, sabía que estaba mal. Lo supo hasta que dejo de hacerlo por sí mismo.

—Es linda —dijo el rubio cuando ella se fue a contestar una llamada.

—Lo sé.

—Estás en muchos problemas, creo que me agrada más que tú —se levantó, apretó su hombro—. No sé qué estás pensando hacer con ella, pero consúltame antes de hacer otra estupidez.

Lo vio salir, realmente Eliot no era impulsivo, nunca lo fue. Se acostumbró tanto a que sus padres planearan cada segundo de su vida que traer a Emily a su casa era el segundo acto de impulsividad en su vida.

Emily estaba tratando de hacerlo bien, con Milo, con su madre, con sus hermanos y con su madrastra. Trataba de quitarse esa espina de culpa después de que su padre muriera. Desde ese instante estaba tratando de ser perfecta, teniendo buenas notas, trabajando en las tardes, estudiando en las noches, de alguna manera logro equilibrar todo su tiempo para que todos estuvieran cómodos con ella. Cuando colgó la llamada con su madrastra sintió esa presión en el pecho, esa espina que seguía ahí, clavándose cada que escuchaba su voz, a pesar de que solo la llamaba un día al mes para saber cómo estaba.

Se sentía extraño, no porque estuviera en casa de Eliot. Simplemente, era una sensación de intranquilidad que la estaba consumiendo.

Eliot no recordaba la mayor parte de su adolescencia y según la psicóloga que vio después del accidente, eso era importante, Alice aún no sabía cómo reaccionar a la vida que debía llevar ahora y Emily se sentía intranquila.

Alice solamente vio a Emily, era extraña la idea de que su hermano fuese a ser padre pronto, que ella ni siquiera se enteró, que no era de su esposa, sino que su sobrina seria de una desconocida con la que su hermano estaba embobado. No se sintió atacada porque era una niña, ella veía una niña.

—Tienes muchas cosas —se burló, observando cómo iba la nueva habitación.

Emily golpeó su brazo con poca fuerza, con sus cambios de humor no quería saber si estaba enojada, histérica o simplemente Eliot le fastidiaba, pero algo tenía claro y es que ese día odiaba a todos sin razón alguna. Los odiaba y quería mandarlos lejos, pero así se comportaba cuando estaba en su periodo e imagino que embarazada sería peor, así que luchaba por calmarse, luchaba por no arruinar la emoción de Eliot al tenerla ahí.

— La mayoría de mis cosas están en casa de mi ex, de lo contrario serían otras veinte cajas.

Eliot no se preocupaba por ocultar su gusto por Emily y ella no se preocupaba por aprovecharse de eso para quitarle esa cara de tranquilidad que siempre tenía, aunque la mayoría de veces funciona esa vez la miro con una sonrisa, parado en mitad de las escaleras.

—Estás jugando con fuego, niña.

—Es tu hijo, el doctor dijo que no puedo hacer mucho esfuerzo.

—Es niña —corrigió.

—¿Quieres apostar?

—No —dijo sin interés alguno.

—¿Temes perder?

—No, sé que será niña —la confianza en sus palabras la hizo blanquear los ojos.

Emily tenía más hermanas que hermanos, se crio con tantas niñas que algunas veces le resultaba aburrido. El único recuerdo que tiene de sus compañeros burlándose de ella era vago, pero recuerda que estaba jugando con sus hermanos y no con sus hermanas. No le molestaría que fuese niño, aunque pensaba que ella no estaría presente para verlo.

Los veinte minutos de tráfico sirvieron para que Emily y Eliot discutieran que sería su hijo, Eliot estaba completamente seguro de que sería niña y para llevarle la contraria Emily juraba que era un niño. Al regresar del hospital seguían su discusión.

Jódanse, no haré eso —se metió un trozo de comida a la boca, mirando la pantalla—, ni estando lejos me dejan en paz.

—Alex —suplico—, Eliot quiere hacer una revelación de sexo en unos meses.

Te lo dirá a ti, no soy imbécil. Me molestarás hasta que te lo diga; además, ni siquiera te harás responsable Emily.

—Solo quiero llevarle la contraria y que vea que tengo razón.

—Narcisista —susurro Eliot, junto a ella.

Alex se cansó, dijo que lo pensaría, aunque sabía que solo tenía una opción y esa era acceder. Colgó la llamada antes de despedirse sintiéndose enojada, no por Emily, por la situación, por como la estaba tomando.

Emily soltó el celular en cuanto golpearon la ventana, escucho la pantalla quebrarse y estaba lista para insultar a quien la había asustado, pero Eliot era una copia demasiado perfecta de Alice, el cabello oscuro, la piel pálida y la forma de sus ojos era la misma, aunque ella se veía más cansada, pero eran idénticos.

Eliot también entró en un pequeño ataque de pánico muy interno en cuanto su hermana le clavo los ojos a Emily, se notaba que no le gustaba mucho por como la miraba y se lo había dejado bastante claro cuando le dijo que la traería con él para vigilar su embarazo, ¿le dijo todo? No. A los ojos de Alice, Emily se había acostado con su hermano y, aunque no era del todo mentira, Eliot tampoco fue del todo sincero con el cómo había quedado embarazada de él. No planeaba decirle que su plan inicial era un reemplazo para hacerla sentir bien y que se había flechado de cada aspecto de la rubia en esos meses.

—Baja ya, estás haciendo el ridículo hace media hora —cerro los ojos con fuerza al escuchar esa voz. No quería ni salir del auto.

La esposa de Zinov no era precisamente amigable, ya había dejado claro que era una mala idea y ahora que estaba a punto de conocer a Emily solo esperaba que se controlara o no fuese tan grosera.

—Hola, me llamo Emily.

—Lo sé, si supieras lo que habla de ti le coserías la boca.

Se alejó del auto, tomando el brazo de Alice y dejándolo con el bochorno. Los ojos de Emily clavados sobre él con una sonrisa de burla solo lo aumentaron. Por suerte o desgracia, la recibió bien, su mejor amigo tenía una mirada casi de amenaza sobre su esposa mientras ella no paraba de preguntarle, y es que era ella, era calculadora y cada respuesta inocente de Emily, ella la estaba usando, lo sabía porque la conocía perfectamente.

—Bien, es tarde —dijo el rubio, levantándose.

Emily se sintió presionada por los ojos grises de esa mujer sobre ella, no la miraba mal, tampoco la miraba bien. Era la misma sensación que le provocaba el gato de su hermana cuando se quedaba mirando un punto ciego en una esquina desocupada.

—¿Por qué hay rejas en el balcón, Eliot? —pregunto, mientras su esposo le colocaba el abrigo.

Sabía, lo sabía. Iba a encontrar una forma de encerrarlo.

Solo agradeció que su hermana no estuviera cerca para escucharla.

—Linda, la última vez que traje a Sophie, casi se cae —beso su cuello como una disculpa ante esa mentira—, Lizz casi enloquece cuando se lo conté y le dijo que pusiera seguridad o no vendría nunca.

Le agradeció, internamente se sintió aliviado porque Eliot ya hubiese dicho la verdad.

Recuerden avisar de cualquier error o falta ortográfica, por si no saben tengo dislexia, muchas veces se me complica mucho escribir pero trato de corregir lo mejor que puedo

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Recuerden avisar de cualquier error o falta ortográfica, por si no saben tengo dislexia, muchas veces se me complica mucho escribir pero trato de corregir lo mejor que puedo.

Para cualquier error pueden escribirme o comentar el párrafo o palabra y su error.

Gracias. 💛

A Las Flores Les Gusta El Silencio ✓ #PGP2024Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang