Capítulo 20

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15 de Febrero, 1638

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15 de Febrero, 1638


Poco se hablaba del Şehzade Kasım, era un hombre que decía admirar a su hermano Sultan, pero deseaba su trono, el poder que contraía sentarse en el.

─La única manera en la que estaremos a salvó, es que yo asuma el trono, que me convierta en Sultan.

─¿Cómo puedes decir eso, Kasım? Ya sabes cómo es nuestro hermano, podría ejecutarte si tan solo te escuchará decir eso.

─De todos modos, nos matará algún día, no habría diferencia. Si yo asumo el trono, no volveremos a tener miedo, ni volveremos a estar aquí encerrados.─argumentó

─No sé cómo puedes pensar así, es nuestro hermano, no sería capaz de derramar su propia sangre.

─¿Y Bayaceto que? Era nuestro hermano y lo asesino de todos modos.

─El usurpo su trono, se enteró de eso, y mira como termino por su ambición. Así estarás tú, si sigues pensando esas tonterías.─justificó, se puso de pie y salió de la habitación

Mihrişah esperaba preocupada afuera de los aposentos, Ismihan se había desmayado en medio de los pasillos y no entendía por qué.

─¿Cómo está la Sultana Ismihan? ─le preguntó a la doctora

─Sultana... La Sultana Ismihan contrajo la peste.─Mihrişah abrió sus ojos llena de sorpresa ante la fatídica noticia

─¿Cómo pudo suceder algo como esto en este palacio? ─puso su mano en su boca

─La Sultana madre estuvo con la Sultana Ismihan antes de que pasara esto, creo que podría tener algo que ver.

─Ten.─le dio una bolsa llena de oro.─Si haces que la Sultana se recupere, te daré cientos de estas bolsas.

─Usted es muy generosa, mi Sultana.─la doctora sonrió y tomo la bolsa para después volver a entrar

Mihrişah tomo un poco de su vestido y corrió lo más rápido que su condición le permitía.

─Díganle a su majestad que deseo verlo.─ordenó a los guardias

─Sultana, su majestad salió del palacio.

─¿Salió solo?

─Salió con el Şehzade Kasım, tiene una orden de ejecución contra el.─respondió

─Por Allah...─tocó su vientre. Y en un susurro se preguntó.─¿Por qué no sé nada?

Se dió la vuelta y camino de nuevo a sus aposentos. Con una mano sobre su vientre.

─Mi Sultana, ¿se encuentra bien? ─su criada la ayudo a sentarse

─Este día no puede ser peor, Meryem.─la miro con lágrimas en sus ojos.─La muerte me persigue a dónde quiera que valla.

─¿Puedo hacer algo por usted?

─Tráeme un jugo, necesito calmarme.─le dijo mientras respiraba de forma agitada











17 de Febrero, año 1638. Aquel día, se encontró el cuerpo sin vida de uno de los hijos de la Sultana Kösem, el joven Şehzade Kasım. Que pronto abandonó este mundo y fue recibido en el reino de Allah.

Las lágrimas derramadas no eran suficientes para la Sultana Kösem y su hija más joven, Atike.

Todos lloraron su partida. En el Harem, se vio partir el ataúd con el Şehzade Kasım dentro. Mihrişah Sultan vio todo desde su balcón.

No había ninguna expresión en su rostro, dió un largo suspiro antes de darse vuelta y volver a sus inmensos aposentos.

No merecía morir.

─Me quito lo que más amaba en este mundo

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─Me quito lo que más amaba en este mundo...─murmuraba.─Yo haré lo mismo.

─¿Dijiste algo, madre? ─Atike le preguntó


Kösem no le contesto, se quedó en silencio y observo como se llevaban a su hijo en ese ataúd.

Hacía días que Mihrişah no veía a Murad, se quedaba encerrada en sus aposentos con sus hijos siendo su única compañía.

Era de mañana y seguía acostada en su cama, sin querer hacer nada.

─Sultana.─un guardia llegó a ella.─Su majestad pidió verla.

Ella asintio y luego llamo a su criada para que trajera sus vestidos. Escogió un vestido blanco con detalles grises. Y una corona mediana.

Respiro profundo antes de entrar y ver al Sultan sentado en el sofá dándole la espalda.

─Su majestad.─dijo para luego realizar una reverencia

─Acércate.─ordenó sin mirarla

Obedeció y se acercó para luego sentarse a su lado.

─¿Me odias como lo hacen los demás?

─No, no lo odio, ni lo odiare.─entrelazó sus manos.─Creo que ya se enteró que su hija la Sultana Ismihan contrajo la peste.

─Lo sé, eso es lo que más atormenta, la muerte de mi única hija.─soltó un suspiro

─Este periodo de tristezas y muertes acabarán algún día, deseo que sea así.─apretó un poco su agarre

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