10 de Septiembre, 1638
Mihrişah se puso un hermoso vestido color rojo, el color que le gustaba a Murad.─¿La acompaño, Sultana? ─dijo Meryem
─No, iré sola.─se miro una vez más en el espejo y luego se fue
Camino por los pasillos, hasta que llegó a los aposentos más grandes del palacio.
─Díganle a su majestad que estoy aquí.─ordeno
Los guardias asintieron y realizaron su orden, al salir, se abrieron paso y abrieron las puertas.
Mihrişah respiro profundo y entró con una sonrisa. Al no verlo, se dirigió al escritorio, dónde vio varios poemas sin terminar.
─¿A qué viniste? ─Murad apareció desde el balcón
─Vine a hablar.─se acercó
─¿Hablar? ─el tomo su cintura y la beso salvajemente, le quitó el vestido lo más rápido que pudo y lo dejo caer al piso, dejando ver el recuperado cuerpo de su amada
Mihrişah aprovechó y lo sentó en el trono que también hacia de cama.
─Pensé que estaba molesto conmigo.─se detuvo por un momento pero Murad la obligó a seguir
─Nunca podría enojarme contigo.
Cuatro semanas después
Mihrişah cargo entre sus brazos a su hija Özlem, cada movimiento que hacía le causaba una sonrisa.
─Mi amada hija.─beso su frente con cariño.─Tendrás todo lo que yo no tuve.
─Mi Sultana.─Süleyman Agha ingreso en sus aposentos.─La Sultana Kösem está aquí y desea verla.
─Que entre.─accedió mientras ponía a Özlem en su cuna
Las puertas se abrieron y la magnífica Sultana entro con aires de grandeza.
─Sultana.─realizó una leve reverencia
─¿Cómo has estado? ─pregunto
─Muy bien, ¿y usted? ─se obligó a sonreír
─Estoy bien.─camino y vio de cerca a sus nietos.─Tienes cuatro hermosos hijos, tres príncipes y una Sultana.
─Yo deseo que la Sultana Özlem tenga todo lo que yo no tuve. Quiero que sea feliz, que no tenga preocupaciones.
─Dije lo mismo cuando tuve a la Sultana Fátma, era una hermosa bebé de cabellos oscuros.─describió con nostalgia
─Pensaba decirle esto al Sultan primero, pero...─dió una larga pausa.─Estoy embarazada.
─Llenaras este palacio de principes y Sultanas.─mostró una sonrisa.─Debes tener cuidado, algún día, estos príncipes que aún son bebés, se harán mayores y tendrán conciencia propia, podrán hacerse piadosos, o crueles como el Sultan.
─Haré lo que esté en mis manos para hacer de mis hijos, unas buenas personas con buenos valores morales.
─Volveré al viejo palacio, solo vine a visitar a mis nietos antes de irme otra vez.
─Allah la acompañe.─deseo haciendo una reverencia
Kösem miro de reojo a sus nietos antes de salir de los aposentos y que las puertas se cerrarán detrás de ella.
Las palabras de la Sultana Kösem le dejaron pensando. Tenía razón, ella tuvo más de 11 hijos, y la mayoría ya están muertos.
16 de Enero, 1639
Murad miraba expectante como Mihrişah jugaba con sus hijos, lo hacía feliz saber que la mujer a la que amaba, era su esposa y madre de sus hijos.
Mihrişah ahora contaba con casi 16 años, con cuatro hijos y uno en camino.
─Su majestad.─Silahtar se acercó.─¿Me mandó a llamar?
─Quiero que compres un gran barco, estamos cerca de una importante ejecución.
─¿De quién, majestad? ─pregunto
─Del príncipe Mustafa, será ejecutado mientras cumple su sueño de tener su propio barco.─respondió
─Como ordene.─el armero realizó una reverencia y se retiró del lugar
Mihrişah fingió no haber escuchado nada, pero en su interior, se sentía asustada con la crueldad de su Sultan.
¿Cómo podía matar a alguien de su sangre? ¿Cómo podía ser tan despiadado?
Aunque Murad no lo notara, su Consorte lo escuchaba todo, lo sabía todo.