13. Cualquier cosa por ti, Archie.

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Aquel lunes, una vez terminadas clases del día, la pelinegra pidió a su chofer que la llevara a un sitio a unos kilómetros fuera del pueblo, más precisamente a un taller de autos que se encontraba a un lado de la carretera.

¿El motivo? Recoger el camión de bomberos que había conseguido comprar a muy buen precio y que destinaría al nuevo departamento de bomberos establecido por Archie Andrews.

A pesar de saber que el pelirrojo no tenía intenciones de recibir más ayuda de su parte, la mujer consideró que luego de la última conversación que habían tenido (que más que conversación había sido una fuerte discusión acerca de su pasado), le debía algo así como una compensación. Una bandera blanca que daría inicio a ese nuevo presente en el que ambos habían prometido dejar atrás sus diferencias y rencores para comenzar de cero. Además de que sabía por boca del pelirrojo que era una de las tantas cosas que les faltan, la más difícil de conseguir, así como también la más necesaria.

El camión había sido restaurado y puesto en condiciones durante la última semana y, a modo de prueba, Verónica decidió que sería ella misma quién lo condujera de regreso a Riverdale. Le tomó aproximadamente media hora llegar hasta el ex club de boxeo, el cual servía actualmente de nueva sede del cuartel de bomberos.

Agradeciendo internamente que las puertas del lugar estuvieran abiertas, la mujer ingresó la unidad directamente en la estancia haciendo sonar la ruidosa sirena de la misma para así captar la atención de los allí presentes.

Como todos las tardes después de acabar con sus clases en Riverdale High el pelirrojo se dirigió hacia aquel lugar que algunos años atrás había funcionado como gimnasio y centro comunitario.

Aún recordaba cuando se había propuesto poner en marcha el nuevo cuartel de bomberos incentivado por los incidentes que había sufrido su casa y también la escuela, sumando por supuesto también aquel sueño tan vívido con Verónica como protagonista que mantenía presente. Fue de hecho gracias a ella que consiguió aquella persona que le sirvió como guía para iniciar junto con la colaboración de los hombres que se presentaron como voluntarios y algunos de sus alumnos. La valentía y la predisposición existían en el equipo al igual que algunos trajes completamente equipados que lograban compartirse en los distintos turnos pues, al igual que todo Riverdale, no contaban con suficiente presupuesto para invertir en lo necesario, motivo por el que Archie había puesto su camioneta a completa disposición del cuartel por cualquier caso de emergencia hasta conseguir el dinero para comprar un camión perfectamente equipado.

Estaba charlando con alguno de sus compañeros que se encontraban en aquel momento en el cuartel cuando sus voces se vieron silenciadas por aquella sirena que se escuchaba cada vez más fuerte a medida que se acercaba, tanto que llegó a distinguir que ya se encontraba dentro del salón. Su expresión de desconcierto fue evidente mientras se miraban unos a otros hasta que volteó en dirección hacia el garaje y fue que entendió todo. Con una amplia sonrisa por aquella imagen que sus ojos veían, la de la mujer conduciendo aquel camión rojo, se acercó hacia ella.

—No puede ser posible. Ronnie, ¿pero qué...?

Murmuró lo primero para si mismo sin poder creérselo, pero... ¿Cómo no hacerlo? Después de todo no sabía por qué se extrañaba. Conocía a esa mujer y sabía que era capaz de eso y más, realmente no encontraba nada más coherente que decir. Como sucedía la mayoría de las veces, lo había dejado sin palabras.

Una vez el camión estuvo perfectamente estacionado dentro del gran salón, Verónica apagó el motor y abrió la puerta para poder descender del mismo. Luego rodeó el vehículo para poder acercarse al grupo de hombres que estaba reunido un poco más allá. La expresión llena de sorpresa de todos los presentes era evidente, sin embargo su atención estuvo puesta sobre aquel pelirrojo que se acercaba a ella.

Extraños otra vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora