12. A veces debemos romper para poder reconstruir por completo, III

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Luego de lo sucedido, luego de todo lo que había dicho, Verónica no se sentía merecedora de aquellas caricias que el pelirrojo continuaba dejando sobre sus mejillas, sin embargo, no fue capaz de apartarse. Se sentía demasiado bien el volver a sentir el tacto ajeno sobre su piel, 𝙨𝙪 tacto.

Si bien en el rostro del hombre se había formado una sonrisa, la pelinegra fue testigo de que su mirada no trasmitía felicidad, por el contrario, trasmitía tristeza mezclada con algo más que hasta el momento no pudo reconocer. No hasta que no lo escuchó hablar.

Sinceramente, ella tampoco había esperado que aquella charla fuera a suceder en algún momento. En su mente había planeado continuar reprimiendo sus sentimientos, continuar guardándose cada una de esas palabras que hoy habían sido liberadas sin reparo alguno. Por tanto, era esperable que el exboxeador tampoco hubiese estado preparado... aunque lo que dijo a continuación la hizo pensar lo contrario. Al parecer él también tenía reproches. Al parecer él también había sacado conclusiones erróneas. Conclusiones que quiso refutar al instante de haberlas escuchado pero que, no obstante, decidió callar hasta que el sargento terminó lo que tenía para decir. Lamentó la distancia cuando este se apartó, pero comprendió por qué se había alejado ya que para ella no pasó desapercibido aquel cambio en su tono de voz.

—No, Archie, no te has equivocado. Siempre pensé en ti, siempre te recordé y siempre me pregunté que había sido de ti, incluso temía que algún día me llegara la peor de las noticias. Quise llamarte, en más de una ocasión, pero asumí que si tu tampoco lo hacías era por algo. Verás, al igual que contigo yo perdí el contacto con Betty durante estos años así que... simplemente asumí que ustedes dos habían decido darle una oportunidad a eso que había surgido antes de graduarnos. Algo que pareció confirmarse cuando llegué aquí y me enteré que estaban... bueno, que estaban siendo algo más que amigos.

Sabía que al explicar sus razones se estaba metiendo, una vez más, en un terreno que podría detonar otra discusión entre ellos. Sin embargo no pensaba dejar que Archie creyera que durante estos años le había sido indiferente... aunque si debía mentir respecto al presente porque, una vez más, no le encontraba sentido a confesar que ella también seguía sintiendo cosas por él.

—De todas formas, siempre atesoré mis recuerdos contigo en lo más profundo y si, durante algunos meses deseé que nos encontráramos de casualidad, como dices. Cada vez que veía una cabellera pelirroja mi corazón se aceleraba esperando que fueras tú... pero con el correr de los años me di cuenta que eso no sucedería y dejé de esperar. Me di cuenta que debía avanzar, por más doloroso que eso fuera y fue entonces que decidí que era hora de darle otra oportunidad al amor... justo cuando Chad apareció en mi vida. Y como ya te he dicho, nunca pasó por mi mente el pedirte que te quedaras. No me sentía con el derecho. Eras tú quién tenía esa decisión en tus manos...



Así como anteriormente la pelinegra no había cuidado sus palabras, esta vez tampoco Archie lo había hecho dejándole saber todo lo que había creído durante aquel tiempo que estuvieron separados. Entonces no tenía nada que fingir, nada que esconder ni tampoco nada que exagerar, por lo que su tono de voz y también las expresiones de su rostro iban variando conforme aquellos pensamientos afloraban. No era constante, no era como que siete años de su vida había vivido obsesionado con todo aquello que había mencionado porque definitivamente habría enloquecido, pero no le costaba admitir que había días en los que solo ella formaba parte de sus pensamientos ya sea en gran parte culpándose a si mismo por lo que había sucedido o tan solo imaginando lo que estaría haciendo o como le estaría yendo. Veía a sus compañeros del ejército recibir cartas de sus familiares, de sus parejas y amigos e imaginaba el día en que las palabras de aliento que necesitaba leer vinieran de esa persona especial, de esa que siempre mencionaba las palabras adecuadas, pero nunca llegaron y solo debió conformarse con recuerdos de situaciones ya vividas. No era como si sintiera que merecía algo de eso tampoco.

Extraños otra vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora