5. Planes sobre la marcha.

132 11 2
                                    


Luego de pensárselo durante casi toda la tarde la pelinegra decidió dejar su orgullo de lado y concederle al pelirrojo aquella cita que habían acordado en la noche anterior y que ella misma había cancelado más temprano.

Tras coger su móvil, buscó el teléfono de su expareja entre los contactos y le escribió.

📱 A. Andrews.

💬: Me he liberado antes de lo esperado.

💬: Si quieres puedo ir a Pop's ahora mismo.

💬: Avísame.


Por otra parte, tras la cancelación de sus planes con Verónica, el pelirrojo había pasado la tarde dentro del que solía ser su club de boxeo tratando de acondicionar un poco el lugar en un intento de que vuelva a ser, al menos, algo de lo que algún día había sido. Estaba seguro de que aquello le tomaría tiempo y que no contaba con el mismo pero algo podría ir adelantando, más en cuanto vio en su teléfono el remitente tras algunos pocos minutos de llegado el mensaje lo abrió de inmediato para luego responder. Lo cierto era que no podía posponer aquello por mucho más.

📱 Verónica.

💬: Te veo allí en diez minutos, ¿está bien?

Envió y luego dejó lo que estaba haciendo.

En lo que esperaba una respuesta, ya fuese positiva o negativa, para refrescarse tomaría una ducha de agua helada puesto que todos los servicios le habían sido cortados en esa propiedad y al cabo de algunos pocos minutos lo primero que hizo fue chequear su móvil para ver si ya tenía una respuesta de la mujer. Rápidamente y sin tener tiempo que perder se vistió con la muda de ropa que siempre cargaba en su mochila, ni siquiera debió peinarse gracias a su corte militar y se dirigió hacia el restaurante tras cerrar y dejar todo el lugar asegurado.

Al llegar su mirada se enfocó hacia aquella dirección a la que hacía siete años estaba acostumbrada y no falló. Ahí estaba, ubicada tras el cristal, ajena a lo que parecía ser el exterior y fue exactamente hacia allí que se dirigió.


Tal como le había indicado, en exactamente diez minutos fue que llegó al establecimiento y ocupó el que consideraba su lugar de siempre en dónde esperó por la llegada de su ex. Mientras, la mujer se puso a responder desde su móvil los correos recibidos aquel día, la mayoría relacionados con su trabajo en la joyería.

Ya había perdido la costumbre de alzar la mirada cada vez que la campanilla del restaurante sonaba, por lo que no despegó la vista del aparato hasta que sintió que alguien se acercaba.


—Espero no haberte hecho esperar demasiado. Fueron apenas... tres minutos —le aseguró de manera certera tras chequear el tiempo en el reloj de su muñeca—. ¿Ordenaste ya? ¿Quieres pedir algo? —invitó intentando transformar aquella charla un tanto más amena después del tenso momento vivido más temprano.


—Archie —saludó antes de dejar su móvil a un lado sin poder evitar chequear la hora por su cuenta cuando él la mencionó—. Está bien, no pasa nada. No he ordenado nada aún, pero podría tomarme un café. —informó antes de entrelazar sus propias manos encima de la mesa esperando que su acompañante no se demorara mucho en develar el motivo de aquella reunión.


Y antes de que pudiera llegar a hacer al menos una leve introducción al motivo por el que había coordinado aquel encuentro un día atrás, la nueva encargada del lugar se hizo presente en su mesa para ofrecerles el menú. Si en esos años no había cambiado, cosa que dudaba porque se había mantenido igual por décadas, entonces ambos lo conocían tan bien que una carta no era necesaria y en respuesta fue el pelirrojo quien se adelantó ordenando el café para Verónica y un batido de chocolate para él. No se parecía en nada a un adulto con esa elección y lo sabía, pero había pasado tanto tiempo sin probarlos que desde que había regresado al pueblo no pasaba un solo día sin degustar uno, así sea de sus sabores menos favoritos.

Extraños otra vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora