-Lárgate de mi casa.-se dirige a la diseñadora.

-¿Disculpe?-pregunta avergonzada.

Regreso a mirar al desgraciado.

-¿Qué te pasa? Estamos trabajando.

-Te sales o te mando a sacar.-vuelve a dirigirse a ella.

-Máximo.

-¡Lárgate!-le grita a la chica que empezar a sudar frío.

-Déjanos tranquilas.-trato de continuar pero soy arrastrada por un brazo que mantiene un agarre firme en mi muñeca.

-¡¿Qué haces?! ¡¿Estás loco?!

-¡Tu estas que me vuelves loco!

-Suéltame.-le digo antes de que nos meta a su oficina pero no escucha, solo cierra la puerta encerrándonos a los dos.

-¡Me estas lastimando!-le grito para que me suelte y lo hace tan rápido que casi caigo al suelo pero me sujeta por la cintura.

Lo empujo.

-¡Mantente alejado!

Sus ojos vidriosos me hacen temblar y por un momento quiero abrazarlo, me da miedo lastimarlo. Yo puedo decir algunas cosas pero al final me sigue afectando.

Me toma por el rostro rozando nuestra nariz.

-Metete algo en la cabeza que así estemos peleados yo siempre terminaré volviendo a ti, porque no existo sin que estés cerca. Si la memoria me falle te recordaré. Si los ojos me fallan te veré. Si no puedo caminar llegare a tus pies, así sea arrastrándome. Incluso cuando esté agonizando seguirás siendo mi primer y último pensamiento, así como lo eres desde que soy un niño.

Trago todo lo que se me acumula en la garganta.

-No creo en predicaciones falsas, Kuznetsov. Borras con el codo, lo que haces con la mano.

Coloca sus brazos a cada lado de mi rostro, acorralándome contra la pared.

-Sueñas con una libertad que no tienes, si antes eras mía sin siquiera conocerme, imagínate ahora.-su cuerpo se pega al mío.-Yo soy tu carcelero Rafaella Riccardi, el amo de las llaves que nunca abrirán el candado de esta jaula de oro.

Sus palabras me ponen a latir el corazón a mil por hora.

-Eres tú el que nunca será libre, ni de mente, ni de alma, porque aun teniendo la libertad de irte, estás aquí, suplicando por un perdón que te inyectará aire para que sigas respirando. Aparentas tranquilidad pero tienes una soga atada al cuello que te está asfixiando cada vez que mi miras y no puedes tocarme.

-¡Si ves que me estoy muriendo, por qué no haces nada para salvarme!

-Porque fuiste tú quien inicio esto, te fuiste a otro país fingiendo que no me necesitabas.

Me le voy encima golpeando su pecho pero me toma por los brazos impidiendo que continúe. No tengo más que hacer, su fuerza es mayor a la mía.

-¡Joder, preciosa, yo te necesito siempre, cada minuto, cada segundo! Te tengo aquí, clavada en mi pecho. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. No hay nada que se te iguale. Que se les iguale.

Hace referencia a nuestra pequeña familia.

-Eso no fue lo que parecía.

Pasa las manos por su cabello exasperado.

-¿No somos la pareja que resuelve todo con diálogo?

-Si piensas que eso tiene cabida aquí estás jodido porque no es así. Tú iniciaste este problema.

DINASTÍAWhere stories live. Discover now