-¿Qué hiciste?

Sus ojos se encienden como llamas de fuego.

-¿Dónde están mis hijos?-susurra con un ápice de dolor en su voz.-Te rogué que no te fueras pero te importe una mierda, igual decidiste joderme.-reprocha golpeando mi pecho con poca fuerza.

-Preciosa...

Sus labios tiemblan.

-No me llames así.

-No digas eso.-casi suplico atrayéndola hacia mi pecho.

-No quiero que me abrases.-sus palabras atraviesan mi pecho descendiendo hacia mi estómago y perpetuándose amargamente en él.

Lo hago, la abrazo con fuerza.

-No digas eso, amor...-acaricio su melena negra.

-Te odio, te odio como a nadie, grandísimo hijo de puta.

-Estaba enojado.

La sacó de la tina, antes de que le dé una hipotermia, camino colocándola sobre el váter y aprovecho a quitarle la ropa que chorrea agua en cantidad. Cuando terminó la meto a la cama.

Le grito a la sirvienta para que me traiga un suero del subterráneo y una jarra de agua. La siento para dárselo en la boca y la acomodo para que pueda dormir.

Me acuesto a su lado y la miro mientras yace acostada en nuestra cama, la preocupación está reunida en mi pecho y la culpa me tiene hecho mierda.

Después de unas horas abre los ojos y cuando ve que soy yo el que está a su lado se aleja, sus ojos bañados en sangre me miran con odio y dolor. Ha vuelto a levantar las paredes que no existían antes de largarme a Mónaco. Las que levantaba al inicio, cuando nos conocimos y no éramos nada.

Se levanta de la cama y corre al baño para vomitar, alargo el paso detrás de ella para recogerle el cabello impidiendo que se le ensucie pero se me viene encima botándome y cerrándome la puerta del baño en la cara.

Escucho cuando el agua de la ducha empieza a caer y me quedo en silencio esperando a que salga para tratar de arreglar esto.

Apenas sale trato de tomarla del brazo pero me lo impide.

-¡No me toques!-me empuja haciéndome retroceder.-¡No te atrevas a tocarme desgraciado!

-Tranquilízate.-le pido.

-¡No me tranquilizó un carajo! ¡Te llevaste a mis hijos a pesar de que te pedí que no lo hicieras! Todo porque quieres joderme por algo que ni siquiera tengo idea.

Trago la saliva que se me acumula en la boca, está furiosa, fuera de control.

-Creí que irías, en el fondo te estuve esperando...

-¡Que considerado!-suelta una risa hueca, de esas que nunca me da a mi.-¿Y cuándo pensabas decirme, el día que regresaras? ¿Ya estás contento? ¿Esto es lo que querías o quieres verme peor?.-señala su aspecto físico.

Su rostro está demacrado y sus ojeras marcadas, incluso me atrevería a decir que ha perdido peso, tal vez uno o dos kilos.

-Rafaella...

-¡Rafaella una mierda! Te llevaste a mis hijos, cuando sabes que no puedo vivir sin ellos. Esto no te lo voy a perdonar, no te lo voy a perdonar jamás.-hunde su uña en mi pecho y me percato de que no trae su anillo de matrimonio ni de compromiso. Se los ha quitado.

-Si los niños te ven así se asustaran.

-Tranquilo, se fingir muy bien, tanto que se van a creer que te sigo amando.-suelta con veneno.

DINASTÍAWhere stories live. Discover now