Capítulo XXII

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Juliana se sentía más que satisfecha con su primera clase, sus alumnos mostraron interés de inmediato en lo que tenía preparado para ellos y en su metodología de enseñanza, que resultó ser, como era de esperarse, bastante dinámica y divertida. Les habló de la pasión y entrega que exige la música y del respeto y dedicación con que tendrían que afrontar cada nueva etapa en su camino hacia el sueño de ser músicos profesionales. No sería fácil, pero valdría la pena, se presentarían mil y obstáculos que les alejarían de su meta, pero merecía la pena ponerse de pie nuevamente y continuar.

- El camino hacia los sueños siempre suele ser el más difícil, en el nos topamos con nuestros mayores miedos, nos alejamos y volvemos a nuestra esencia, lloramos un mar de lágrimas, nos cuestionamos hasta la existencia, pero ¿saben qué es lo más importante? Que descubrimos de qué estamos hechos. Por eso vale la pena seguir los sueños, no rendirse, es valido detenernos a recargar energía cuando haga falta, pero no quedarse dormido o volver atrás – les dijo y sus palabras hicieron clic en varios de aquellos jóvenes frente a ella cuya posesión más importante, en ese instante, era la maleta de sueños e ilusiones con las que habían entrado al conservatorio.

Después de su charla inicial les entregó el programa de trabajo y la metodología de sus evaluaciones para aprobar la materia, no eran muy fuertes, exigían empeño y dedicación más que otra cosa. Les dio su numero de contacto, formaron un grupo de mensajería instantánea para la materia y acordaron verse a la misma hora y lugar cada lunes y miércoles. Esto lo repitió con el siguiente grupo ya que su clase estaría dividida en dos secciones.

Al salir de su debut como maestra, Juliana esperaba a sus dos amores, Gala y Valentina, quienes pasarían a recogerla para ir a almorzar y luego a visitar Pony Club La Moraleja, la escuela de equitación que la ojiazul había visto para su hija. Les resultaba ideal porque estaba situada en Alcobendas, muy cerca del pent-house por el que habían hecho una oferta el día anterior, tenía todo lo que la pequeña necesitaría para desarrollar su talento y aprender técnicas para ser la mejor de las amazonas.

- Hola, mami, ya estamos aquí – dijo Gala sonriente y le entregó un ramo de flores – Son para ti, para felicitarte, porque seguro tus alumnos te amaron como nosotras – dijo y a la morena se le quería salir el corazón de lo emocionada que estaba.

- Gracias, mi cielo – las recibió y le dio a cambio un beso y un abrazo – Están preciosas, se parecen a ti, me encantan – sonrió.

- Que bueno que te gustaron porque las elegimos con mucho amor, solo para hacerte sonreír – la pequeña era demasiado especial y el amor por su nueva mamá no conocía límite alguno. Se le ocurrió, mientras hacía algunas gestiones con su madre, que no podían llegar a buscarla sin un regalo porque era una ocasión muy especial y ella se lo merecía. Así que Valentina solo acató la orden y fueron a una floristería y eligieron un bello ramo de margaritas en diversos colores.

- Eres el premio más hermoso que me ha regalado la vida, gracias por ser mi hijita, mi princesita hermosa. Te amo – volvió a abrazarla y escuchó el carraspeo de su prometida que bromeaba reclamando atención y haciéndolas reír.

- Dale su beso a mamá o capaz que se nos desmaya aquí en la acera – comentó Gala y Juliana se puso de pie para saludar a su novia.

- Hola, novia celosa – dijo cerca de sus labios y ambas sonrieron.

- No soy celosa – se besaron de manera casta – Solo que, por un momento, sentía que no existía. Ese amor de ustedes dos me opaca – sonrió.

- ¡Exagerada! – respondió Juliana y golpeó levemente su hombro.

- ¿Te gustaron las flores? – preguntó la ojiazul y ella asintió robando el olor de las margaritas – Tu hija quiso que tuviéramos este detalle para dejarte saber lo orgullosa que estamos de ti y este nuevo paso que estás dando.

Luna EncantadaWhere stories live. Discover now