Capítulo X

3K 405 71
                                    

Desde la actividad en el colegio Juliana se sentía molesta, sabía que no podía culpar a Valentina, después de todo era ella quien no había respondido a su propuesta, estaba incómoda consigo misma y sus estúpidos miedos. Se moría de amor por la ojiazul, de eso no tenía dudas, entonces ¿qué demonios esperaba? ¿Que un ángel cayera del cielo y le dijera que esa mujer era el amor de su vida? ¿O que la mayor le rogara para que le correspondiera?

Lo peor de todo es que tuvo toda una semana para decir algo al respecto y no lo hizo, así que llegado el día no le quedo más que resignarse a verlas partir, más sonrientes y hermosas que nunca, cuando el chófer avisó que estaba lista la camioneta que las llevaría a la casa de Isabella.

- Hasta luego, Juli, nos vemos en la noche - se despidió Gala que lejos de la situación de las adultas solo se alegraba por la oportunidad de jugar con Misa, su mejor amiga.

- ¿Segura que no quieres venir? Será divertido - ofreció la ojiazul otra vez y la morena se debatía entre besarla para que no se fuera o golpearla por aceptar aquella visita.

- Segura - respondió - diviértanse mucho - fingió media sonrisa.

- Nos vemos en la noche, disfruta de tu día libre - dijo con una sonrisa. Valentina siempre fue una mujer de tomar el toro por los cuernos, y decir las cosas de frente, así que, a pesar de la evidente molestia de Juliana, no detendría sus planes a menos que ella se lo pidiera. Eran adultas y debía comportarse como tal, en vez de hacer rabietas o de tragarse sus palabras.

La menor sentía que su estómago reventaría por los celos, repasaba en su mente lo distante que volvió a ser la señora Carvajal que ya no siquiera la miraba a los ojos o permanecía a solas con ella. Después de aquel silencio nada volvió a ser igual, ya no hablaban ni se sonreían, no se miraban a escondidas y eso le dolía en el alma y la hundía en una profunda tristeza.

- ¡Eres imbécil! - se dijo a sí misma, frente al espejo, una vez que llegó a su habitación y tomó una larga ducha para calmar su molestia - Por tus tonterías, ahora tu ojiazul y tu princesita se están divirtiendo con alguien más cuando deberían estar aquí contigo, viendo la televisión o jugando con el puzle. ¡Pero no! Tú, con tu indecisión, las enviaste a esa casa donde la tal Isabella debe estar aprovechando cada segundo para insinuarse a Valentina - daba vueltas en su habitación, tomaba su móvil y escribía y luego borraba, volvía a escribir y volvía a borrar. Suspiraba profundamente, tenía ganas de decirle a la ojiazul que su lugar era junto a ella y que aceptaba su propuesta, pero resultaba egoísta de su parte y lo tenía claro. La mayor pensaría que se trataba de un arranque de celos, lo cual no era del todo incierto.

Fue una tarde de sábado casi infernal, estuvo en el cine y ni puta idea de qué película había visto, todo lo que hacía era pensar en cada una de las risas que se estaba perdiendo de parte de su par favorito. Para terminar de rematar la situación, cuando terminaba la tarde, se encontró con Javier en la cafetería del centro, dónde había entrado a tomar un capuchino, bufó al ver que se acercaba sonriente. Lo que menos necesitaba en aquel momento era socializar con su exnovio.

- Hola - saludó - ¿Cómo estás?

- Hola. Bien, ¿y tú?- respondió intentando ser simpática y le salió horrible.

- Igual, gracias, ¿me puedo sentar? - no tenía nada contra el chico, pero lo que menos deseaba era compañía. Aun así, le permitió sentarse, después de todo había nada de malo en conversar un rato con él.

- Ya estoy terminando, pero sí claro siéntate – respondió.

- ¿Cómo has estado? – preguntó – He querido llamarte, pero no deseaba verme como ese ex desesperado. Quise darte espacio y tiempo de pensar mejor las cosas.

Luna EncantadaWhere stories live. Discover now