Capítulo XIII

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Juliana se había levantado feliz y sonriente, ¿y cómo no estarlo?, las cosas con Valentina estaban más que claras y los besos de la noche anterior eran la prueba perfecta. Ahora empezaban su noviazgo con el mismo miedo con que una persona se sube a una montaña rusa por primera vez, con el pánico de que algo saliera mal, pero eso no impediría que se lanzaran juntas al vacío. Su amor merecía la pena y ambas tenían la disposición de vivirlo intensamente, de arriesgar todo, de dar rienda suelta a todos esos sentimientos y emociones que las sobrepasaban.

Se miraba al espejo y se sonreía nerviosa, pero con la convicción de quien ha hecho lo correcto y está dispuesta a luchar por ser feliz junto a la persona que ama. Suspiraba cuando los recuerdos de la madrugada llegaban a su cabeza, uno tras otro, aun podía sentir el sabor de los besos de Valentina y toque de sus manos en su espalda, se volvía a hundir en el azul sincero y ardiente de su mirada que se había permitido pasar de la ternura a la lujuria en segundos, pero que encontró la fuerza suficiente para no ir a más y respetar su espacio. La verdad es que si fuera por ella la castaña hubiera podido hacerla suya en aquel instante y con gusto se rendiría a sus caricias, sin embargo, sabía que su novia no era de esas personas, nunca cruzaría esa línea sin previo aviso.

Volvió a sonreír.

- Estamos perdidas, Juliana Valdés, perdidas de amor por esa mujer – se dijo a sí misma. Terminó de vestirse para ir a despertar a Gala y prepararla para el colegio, cuando amarraba su coleta en el pelo un toque en su puerta la sorprendió.

- ¡Buenos días! ¿Cómo amaneció la novia más linda del planeta? – se escuchó la voz de Valentina que se escondía a un lado de la pared y solo mostraba una hermosa rosa que había tomado, del campo en su paseo matutino, para ella.

- ¡Buenos días! – respondió sonriente y con el corazón latiendo emocionado por el gesto – pero creo que se ha equivocado de habitación, debería ir dos puertas más adelante, ahí está mi novia que es la más hermosa del mundo – la ojiazul se mostró sonriendo por la respuesta – Gracias, me encantan estas – en referencia a la flor.

- Gracias por el cumplido – dijo y compartieron un tierno beso - ¿Cómo dormiste? ¿Pudiste descansar? – asintió.

- Dormí como un bebé, ¿y tú? – preguntó limpiando las muestras de labial que había dejado en los labios ajenos.

- Tenía años que no dormía tan bien – respondió con suspiro incluido – Me siento llena de energía, fui a pasear con Utopía, llevé a los animales al abrevadero y tuve una reunión con varias recolectoras – la morena abrió sus ojos.

- Pero si apenas son las 7:30 am – habló sorprendida.

- Es lo que tiene echarse novia, te da un tipo de superpoder o algo así – respondió para luego reír y Juliana imitarla – La verdad es que desperté muy temprano porque debía llevar unos novillos a pastar por primera vez y también tenía la reunión con las recolectoras para ver si estaban recibiendo el precio pactado por día de trabajo. Así que me puso de buen humor verlas contentas y saber que al llegar a casa podría darle un beso a mi novia.

- Eres increíble – dijo la morena mientras escondía uno de los mechones de su chica detrás de su oreja – Siempre pendiente de todo, no se te escapa nada, cuidando de tu gente y tus animales – dejó un beso en sus labios – Soy una novia muy orgullosa debo decir – ambas sonrieron – debo ir a despertar a la pequeña de la casa o no llegamos a tiempo, ya sabes como es.

- Una dormilona en toda regla – respondió con media sonrisa – Voy a bañarme, así las llevo al colegio y de paso me acompañas a la fundación de niños autistas para formalizar la inscripción de Utopía en la competencia – Juliana pocas veces había visto ese brillo tan especial en los ojos de la castaña, era evidente lo emocionada que estaba por volver a su deporte.

Luna EncantadaWhere stories live. Discover now