Vio como Scott se removía delante de él, con aquella ropa extraña mientras hacía gestos extraños. A él le había tocado esperar mucho tiempo una vez, ya que su hermana no quería dejarlo pasar al baño, se orino en los pantalones, fue vergonzoso.

-Aguanta un poco más, eres un niño mayor. – le aseguro. – Te ayudaré a volver a casa.

Escuchaba las quejas de Scott, pero no dijo nada. Debían esperar un poco más, aún había un hombre de blanco en la habitación, si los encontraban les pincharían en el trasero. Oliver piso lo que parecía agua, y después escucho como su compañero se relajaba. Ya no se volvió a quejar de que tenía que ir al baño, pero tampoco hablo.

-Ese hombre de blanco, sospecha algo. – Scott agacho la cabeza. - ¿Lo conoces? – asintió. - ¿Es muy fuerte? – pensaba que podría usar lo que había aprendido en una serie de televisión. – Le ganaré.

-Es el amigo de mi doctor. – lo escuchaba con atención. – Me pincho aquí y aquí, me saco sangre. – Oliver palideció. – Mucha, después estaba mareado, me dio una chocolatina.

-Debo derrotarlo. – Scott negó con la cabeza, no pensaba que Oliver fuera tan fuerte como para poder luchar contra él. - ¿Por qué?

-Es muy fuerte. – le advirtió. – Tanto como mi papá. – era algo serio. – Es peligroso, puede que también te pinche a ti.

Oliver se iba a quejar diciendo que eso no iba a poder ser posible, ya que él no estaba enfermó, no podían sacarle sangre si no estaba enfermó. Se lo había preguntado a su madre. Pensó que él podría ayudar a Scott, pero le dijeron que era imposible, ya que era demasiado pequeño.

-Oli, lo siento... - dijo avergonzando mirando al suelo. – Te dije que no podía aguantar más.

-¿Te hiciste pipi? – sus mejillas se sonrojaron aún más. – Scotty, debías aguantar.

-No pude. – se quejó. – Me duele mucho si me aguanto, mi barriga se infla, mamá se asusta mucho, tienes que hacerme esto... - Scott presiono su vientre indignado, él le había avisado. – Es molesto y vergonzoso, mamá me llama bebé. – parecía muy molesto. – Ya no soy un bebé.

-Lo dejaré pasar. – respondió al cabo de unos segundos. – Pero no vuelvas a hacerte pipi.

Salieron del armario cuando el hombre de blanco se fue de la habitación, hacía tiempo que no escuchaban a sus padres, así que debían estar lejos. Oliver aprovecho la oportunidad para ayudar a Scott a ponerse unos pantalones, no quería que fuera enseñando su trasero todo el tiempo, era incómodo para él.

-¿Sabes por donde debemos ir? – negó con la cabeza. – Scotty, no podemos escaparnos si no sabes por donde debemos ir.

-No me acuerdo. – respondió dolido. – Hace mucho que vine.

Oliver fue por el mismo pasillo por el que había ido con su padre. Estaba igual de vacío, incluso los hombres de blanco se habían ido. Sonrió triunfante cuando llegaron a las escaleras, aunque Scott no parecía muy convencido, pudo notar como le costaba respirar.

-Si bajamos por aquí, podremos ir a casa. – su mano se sentía pequeña. – Vamos, Scotty, solo un poco más... - estaba frio y pálido, incluso más que antes. – Si nos quedamos aquí, nos descubrirán.

-Estoy cansado. – no podía creérselo, solo habían caminado un poco. – Quiero sentarme.

-¡Tenemos que huir! – grito ansioso. – Te pincharan en el trasero si nos encuentran.

Scott se apoyó en la pared exhausto, Oliver pensó que le estaba mintiendo. En la casa de su abuelo podían correr por horas y nunca se ponía así, seguro que Scott quería engañarlo, así que se rio y le pidió que dejará de hacerlo. Su mejor amigo comenzó a toser y golpear su pecho, estaba actuando demasiado bien, incluso mejor que Lily, cuando le quitaba un juguete.

Hasta el final del caminoWhere stories live. Discover now