Capítulo 35

26 4 0
                                    

EMMA:

Al caer la noche no volvimos a salir de la cabaña, según Lason habían lobos por la zona y no era recomendable estar fuera de noche. Así que luego de acompañarlo a buscar leña volvimos y encendimos la chimenea lo que nos permitió entrar en calor. Nos pusimos a preparar algo de cenar: estofado de carne de cerdo con vegetales. Y quién lo cocino todo fue él yo solo fui su ayudante. Nos sentamos juntos a la chimenea a tomar el estofado y a ver el fuego mientras contábamos anécdotas de nuestra infancia.

—Solía venir en verano con mi padre y mis hermanas — explicó — Nuestro pasatiempo favorito era cazar.

—¿Si? — dejé el plato sobre la mesita de té frente a nosotros y el se echó a reír

—Aquí conocí a una niña que era muy buena en arquería, su padre la instruyó — continuó — Ambos tenían más dominio del arte que mi padre, he de admitir.

Fruncí el entrecejo al ver el brillo nostálgico en su mirada y carraspeé.

—¿Y de casualidad te acuerdas de su nombre? — quise saber cómo el que no quiere la cosa.

Al mirarme y darse cuenta de lo que estaba pensando levanto una ceja. Me di cuenta que se era su gesto predeterminado.

—Por supuesto que no, de eso hace ya bastante tiempo. Pero nos hicimos muy buenos amigos — se que lo dijo para molestarme Pero no pude evitar poner mala cara.

—Debería aprender arco yo también, a ver si hablas tan bien de mi en un futuro. — mascullé volviendo a tomar el plato de estofado.

Lo terminé de unas cuantas cucharadas y fui a dejar el plato a la cocina ¿Que se hicieron buenos amigos? ¿En serio?

¿Y como es que te pones celosa por una niña, eh?

Seguro ya no es una niña, se reencuentran y "felices por siempre". No sé cuándo entró a la cocina Pero me asustó cuando me rodeó con sus brazos fuertes. Solté un suspiro poniendo mi cabeza en su pecho, dejó un beso en mi coronilla. Y luego me hizo girar a él.

—No podría hablar mal de ti, no encontraría qué — musitó observando fijo fijo mi boca — Todo lo que veo en ti son cosas buenas.

—¿Y eso a qué se debe?

Enredé mis brazos en su cuello. No sé le vió vacilante ante mi pregunta. Todo lo contrario, estaba perdido en mi rostro.

—A que te quiero — contestó — Te quiero, Emma.

Sonreí por poco y luego le planté un beso en los labios que recibió muy feliz. Fue a lavarse los dientes y yo fui a la habitación que escogí anunciando que dormiría. Aunque la verdad no creía poder dormir. Así que simplemente me puse el pijama y me acurruque en mi cama, pensando en el chico que estaba al otro lado del pasillo.

Era mi rutina.

Me gire a la puerta y ahí estaba, recargado en el marco. Aunque básicamente no estaba invadiendo mi privacidad pensé en comenzar a discutir solo por joder lo, sin embargo no pude porque me quede snonadads con la vista. Su cabello rizado estaba húmedo Pero bien definido, y su torso desnudo como si no estuviéramos en pleno invierno. Quizá porque teníamos buena calefacción.

—Tu padre me ha escrito para preguntarme cómo estamos — comentó aunque no lo escuché para nada porque estaba embobada.

Mierda ¿Cómo es que un chaval de dieciocho lograba tener tan buen cuerpo?

Bueno, tenía una tarjeta negra con dinero ganado a pulso así que esto era de menos. Cuadritos bien marcados y los pectorales no tan exagerados pero si fornidos, al igual que sus brazos trigueños.

Un trato con Lason Harrison - Soribel Morel (ACTUALIZANDO)Where stories live. Discover now