Capítulo 1

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Emma

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Emma


Detesto la química ¿A que cerebrito se le ocurrió inventar semejante dolor de cabeza? Química es sinónimo de desastre, incendio, pero lo que nunca pensé es que fuera sinónimo de una vida amorosa activa.

Desastre con Q, pues ahí lo tienen.

Por culpa de la química podríamos tener la peor de las guerras nucleares por los compuestos que se crearían con elementos químicos letales. Es una completa putada. Y estaba odiando ingresar a la clase de química.

El aula está totalmente vacía hasta que yo entro, saco mi cuaderno de apuntes y comienzo a repasar en lo que el profesor de química llega.

No es que sea la más estudiosa pero prefiero prevenir, además este profesor es algo difícil de comprender.

Repaso varios minutos mientras mis compañeros ingresan y toman asiento. Prestó absoluta atención a nada alrededor, absorta en mis apuntes, hasta que algo frío siendo derramado sobre mi hermoso Jersey blanco me interrumpe, lo que provoca que me levante de golpe, jadeando.

—¡¿Qué demonios...? — exclamo furiosa?

Observo mi atuendo ahora arruinado con una bebida que parecía más bien sangre seca de varios días.

—¿Viste lo que hiciste, Lason? — preguntó un chico en reproche.

Levanto la mirada en busca de esa voz para encontrarme con un par de apuestos chicos mirándome con cierta preocupación y diversión mezclada en sus perfectas expresiones sobre sus rasgos faciales tan... Ashg.

Céntrate, Emma, aprende a centrarte. Te arruinaron la ropa.

Mis ojos se fijan en el chico de piel bronceada y ojos verdes que intentaba reprimir una sonrisilla de diversión y burla. Me cabreo más al ver que el sostenía un vaso desechable ahora vacío.

—¿Lo siento? — murmura dudando.

Hago una mueca de desaprobación.

Li sintimusito en sarcasmo. — ¿Un lo siento cambiará el desastre de mi Jersey?

Su expresión cambia a una más apurada. Mira a todos lados buscando algo de que agarrarse y luego sus ojos se posaron en el pelinegro a su lado.

—El me empujó — señala al chico detrás de él.

—Pero él tenía el vaso en la mano, así que es su culpa — el chaval se encoge de hombros con inocencia.

-—Ah — el chico de ojos verdes jadea en fingida indignación llevándose una mano al pecho con dramatismo. — ¿Me estás acusando a mí? ¿Al amor de tu vida? ¿Tu único y fiel amigo en esta porquería de vida miserable? ¡No me lo puedo creer! ¡Mis nervios no toleran ese eufemismo! ¡Me estás matando de los nervios lentamente!

Un trato con Lason Harrison - Soribel Morel (ACTUALIZANDO)Where stories live. Discover now