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Sobre los decretos y las cartas con el Sello Real

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Sobre los decretos y las cartas con el Sello Real

    Un Real Decreto se escribe bajo la vigilancia de un notario que lo redacta de la voz de Su Majestad para después ser leído en voz alta como parte del protocolo y el reglamento. Una vez se ha corroborado como correcto y bien redactado, el soberano toma el sello que se guarda bajo el sol de aquel anillo que porta en el dedo anular derecho, sella el documento y entrega la carta al Real Vocero de la Corte junto con todos los demás decretos que se hubiesen redactado ese mismo día. Nuevas construcciones, modificaciones en leyes, veredictos de los juicios que llegan hasta la Corona pues no habían llegado a un veredicto a manos de los jueces públicos. Entonces el vocero entrega las cartas a las diferentes instituciones o provincias para hacer valer la palabra de Su Señor; y todos se ponían en marcha.

    De esta manera Verx se movía en un perfecto engranaje, siempre en comunicación con la corona para que esta pudiese atender y satisfacer las necesidades de las cuatro Grandes Provincias.

    El sello y la firma; todo estaba en orden y cuando Kim Seok Jin recibió el conjunto de cartas. Bastó una ligera inspección a los documentos para comenzar a trabajar. En las letras del notario, Su Majestad le ordenaba construir una red de pasajes bajo tierra que sirvieran como ruta de evacuación en caso de una invasión. Le explicaba que su tratamiento era en extremo confidencial y que solo podía tratar los asuntos con su oficial de seguridad interna, Sir Maschera Nera, quien también ocultaría su identidad por cuestiones de confidencialidad, pero que se identificaría siempre con una daga de plata con el emblema de la corona que Su Majestad le habría encomendado personalmente y cuya empuñadura luciría una rosa con cuatro espinas. Nadie más que el mensajero secreto de su majestad poseería tal objeto y resultaba imposible de replicar para un hombre común.

    No dudó del contenido. Después de todo, el Real Vocero de la corte en persona le había entregado aquella misiva.

    Seok Jin no dudó ni un segundo cuando este hombre en máscara negra apareció y mostró la daga con el emblema.

    La inspeccionó por si acaso.

    Era genuina.

    Sus conversaciones con el mensajero eran escuetas, pues este solo se limitaba a dejar muy en claro esa gran preocupación por que todo estuviese en orden con los pasajes. Nadie quería hacer enojar al Solei con retrasos innecesarios ni mucho menos con operaciones incompetentes. Seok Jin había escuchado rumores de los sirvientes horripilantes a quien Su Majestad daba cobijo y no pudo ocultar su curiosidad en ninguna de sus reuniones. En ningún momento se le pasó por la cabeza que se tratara de la Rosa de Verx, pues era bien sabido que los Kanun no salían del castillo jamás, ¿Qué haría un favorito caminando entre las sucias calles del mercado? No tendría sentido alguno, a menos que viniese acompañado del mismísimo rey o de sus Hanun de compañía.

    A Seok Jin le pareció más natural que el sirviente con quien hablaba era uno común y corriente; lo cierto es que estaba más concentrado en los avances de su gremio. 

El bufón busca su cordura © TaeKookWhere stories live. Discover now