10 // ¿Qué me ocultas, chocolate?

12 0 0
                                    

—Presiento que hay algo que tú no me haz dicho —ataqué, enarcando levemente mi ceja. Nunca creí que tendría que usar esta estrategia, he caído demasiado bajo. —. Tampoco pensarás decirme, ¿cierto? Entonces me temo que yo tampoco te diré nada —pasé junto a ella notando su rostro lleno de confusión y dudas.

Lo lamento, Reiko, pero no podía decirte nada sobre esto.
Que conste que no lo hacía para que ese... imbécil no saliera perjudicado, claro que no, él me daba igual. Pero si quería llevar a cabo mi plan, tristemente no podía dejar que eso sucediera.

Tampoco me gustaba ocultarle cosas a la gente, en realidad, nunca tuve que ocultarle nada a nadie porque nadie me prestaba atención, así que espero no cagarla ahora...

—Menos mal que todavía tengo mi teléfono —susurré, observando el aparato con alivio. 
Mi estrategia era simple, demasiado a decir verdad. El plan era usar a Riordan para hacer de la vida de mi progenitor todo un caos. Por supuesto, él no sabría que lo estoy utilizando, nadie tenía que saber eso.

Recolectando los datos que llevo hasta ahora, parece que mi padre está bastante interesado en atrapar a Riordan, no sé porqué motivos, pero eso no me interesa en lo absoluto. Al fin y al cabo, él seguramente también me estaba usando. 
Y no sabía porqué eso me fastidiaba tanto.

// RIORDAN
Domingo 23 de abril, 02:00 p.m

—Mira eso, estoy en el periódico —anunció Yamai, leyendo tranquilamente el titular del periódico. —. "Secuestradores de la señorita Reiko Takayama escapan hábilmente de la ley" —citó, riendo brevemente ante el titular. —. Al parecer no hay nada sobre ti, Riordan.

—Seguramente Bishamon amenazó a los medios para que no se filtrara que su hijo estuvo involucrado —comenté con simpleza, tomando un sorbo de la taza que estaba en mis manos. 
Empezaba a notar que a mi cuerpo le hacía falta... acción. Más bien, exigía la presencia de alguien en concreto.

Sin embargo, ese alguien estaba irritantemente protegido últimamente, y en exceso de compañía para mi gusto. Bishamon está jugando a ser un buen padre y aumentó la seguridad de mí chocolate en exceso. 
Ja, pero no era un problema para mí. 

—Estoy cansado de estar aquí, saldré a caminar un rato —avisé, poniéndome de pié después de terminar el último sorbo de mi taza. —. Dile a Koi y Yasahiro que regresaré antes de la caravana —asentí, tomando mi chaqueta y caminando a la ventana.
Era increíble que siendo el líder tuviera que escaparme a hurtadillas de mi propia base para poder salir. 

La operación era sencilla. Siendo hoy un pacífico domingo, ese sabroso chocolate seguramente tenía que estar encerrado en aquellas exasperantes cuatro paredes que llamaba habitación. 
Justamente hoy, mi pandilla tendría una caravana por la ciudad, qué oportuno.
Y era aún más oportuno que tuviera su número de teléfono.

"Muy bien chocolate, vengo a recordarte que todavía tienes una deuda que saldar conmigo. 
Por consecuencia, hoy tendrás que acompañarme a una caravana, no se vale decir que no".
- Mensaje enviado, 02:08 p.m.

Antes de que pudiera darme cuenta, el sonido de un mensaje entrante resonó en mis manos.

"Había olvidado que tenías mi número, que fastidio. 
Respecto a la caravana, ¿que no te estás exponiendo mucho? Al fin y al cabo eres un criminal".
- Mensaje recibido, 02:08 p.m.

"Aw, chocolate, ¿acaso te preocupas por mí? 
¿Y cómo que "criminal"? No soy un criminal, tampoco mi pandilla. Solo somos un club de motociclistas como cualquier otro, sinceramente, me ofendes". 
- Mensaje enviado, 02:09 p.m.

"Si claro, un motociclista que secuestra gente y la droga. No es una definición muy alejada de ser un criminal, no seas imbécil. 
Iré, ¿dónde y a qué hora?".
- Mensaje recibido, 02:09 p.m.

Sinceramente me sorprendió bastante que aceptara tal propuesta. No sabía si lo decía en broma o no, pero sentía algo diferente.
Mi chocolate no estaba oponiendo resistencia o rechazo hacia mí. Necesitaba su hostilidad de vuelta, y ya sabía cómo hacerla regresar. 

"Como tú digas, chocolate.
Yo te diré eso cuando sea el momento, mientras tanto, quédate tranquilo".
- Mensaje enviado, 02:10 p.m.

Traté de restarle importancia a su "amabilidad", pero sencillamente no pude. Había algo que no  me cuadraba aquí, algo había cambiado. 
¿Quizás era una estrategia de Bishamon? ¿O sencillamente era él siendo él?
Estaba seguro de que Kōhī ya se había dado en parte cuenta de que yo tenía alguna intención oculta, así que no me sorprendería que intentara usarme para sus beneficios. 

Eso no significaba que yo no disfrutaba de su compañía, al contrario, creo que la disfrutaba en exceso. Daba igual por donde lo viera, ese chico era una persona completamente a lo que estoy acostumbrado, y su brillo particular era lo que me había llamado la atención desde la primera vez que lo vi.
Que fuera hijo de Bishamon fue un casual premio extra, a mi parecer. 

—Qué me estarás ocultando, chocolate —susurré, jugueteando con el aparato en mis dedos. —. Da igual, no importa cuántos secretos tengas, me temo que los descubriré todos —afirmé con tranquilidad.

// KŌHĪ

—¿Qué acabo de hacer? —murmuré con pánico y sonrojo la conversación que hace breves había creado. —. Otōsan me matará si se entera... —añadí con temor, pasando los dedos por mis labios con nerviosismo.

Un segundo.
Estaba haciendo esto para molestar a mi padre.

Lo único que resultaba un problema eran los fastidiosos guarda espaldas que Bishamon se había encargado de poner frente a mi dormitorio desde aquel incidente.
Sabía que Riordan haría alguna jugada estúpida, así que tenía que estar preparado para todo.

En primer lugar, tendría que escapar del dormitorio de alguna forma u otra para que los guarda espaldas no vieran al mastodonte, y comunicarme con él para acordar un punto de encuentro.

No quería arruinar mi fríamente calculado plan, puesto que era una... Buena oportunidad para fastidiar a mi padre. Sí, sólo para fastidiar a mi padre.

O quizás verlo sin camisa...

Baikā Vagary ⚣︎Where stories live. Discover now