5 // Como el chocolate amargo

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// KŌHĪ
Sábado 15 de Abril, oficina secreta del Teniente General de las fuerzas policiales Japonesas, 11:11 de la noche.

Y aquí estaba yo, frente a las enormes puertas que daban a la oficina del hombre que algún día consideré un padre. 
Sí, inoportunamente para mí, y como si fuera arte de magia, recibí la llamada de Bishamon apenas mi teléfono terminó de completar su carga. Fui discretamente citado a su oficina "secreta", a una hora para nada prometedora. 

—11:11, te pido tengas un poco de piedad por mí —susurré lentamente, tomando una profunda bocanada de aire y apretando mis músculos en cuanto la puerta fue abierta. —. Buenas noches, señor —musité, pasando rápidamente en cuanto se hizo a un lado. 

Me posicioné frente al gran escritorio organizado y pulcro, y me senté en cuanto me dio la orden. No hablábamos, siquiera yo apenas podía respirar adecuadamente cuando sus ojos se posaron en mí. 

—"Amorío secreto entre el hijo del teniente Bushida y una misteriosa chica, ¿será la nueva parejita del mes?" —mis músculos se tensaron nuevamente al escucharlo. —. "En la Universidad Aoyama Gakuin corre el rumor de que el hijo del Teniente Bushida tiene un romántico y secreto amorío con una señorita misteriosa. Nos dispusimos a buscar información sobre este jugoso caso, tristemente, no pudimos encontrar mucho más que especulaciones y chismes al respecto". 

Sí, definitivamente estaba entre la espada y la pared, pero quiero usar de consuelo que al menos fue esparcido el rumor correcto.

—Puedo explicarlo, señor...

—Te escucho.

Levanté mi vista de una buena vez, y me dediqué a observarlo con algo más que rudeza fingida.

—Como usted más que nadie debe saber —comencé, apretando mi rodilla con brusquedad ante el bailoteo innecesario de la misma. —. El corazón humano no puede ser controlado, no... No pude resistir mis sentimientos, y simplemente... Pasó —extendí, observando como se mantenía neutro cual roca. —. Supongo que fue eso lo que le sucedió usted con... Mi madre.

No sé en qué momento sucedió, ni en qué momento los oídos comenzaron a zumbarme bruscamente. Suponía que me había agredido, pues de un segundo a otro me encontraba tumbado en el suelo observando como de mi ceja se escurría un líquido escarlata.

—Una cosa puedo jurarte —empezó, acomodando la manga de su opaca chaqueta. —. Nunca dejaré de arrepentirme por un accidente.

“El tiempo lo cura todo”.
Mentira.

—Apuesto a que no decías eso cuando la estabas follando —musité, sin ganas de ponerme de pie, sin ganas de tener que ver su mirada inexorable.
Me sorprendió no recibir otra agresión de su parte.
Ya que más daba.

—Levántate —.
Ordenó, y yo realicé, cual títere de un titiritero. —. Arreglaré una cita con una dama de la sociedad mañana mismo, y haré el esfuerzo de arreglar el desastre que me has causado. No olvides que por más que me odies, yo siempre seré tu padre, y no olvides que soy yo quien te provee todo lo que un hombre como tú podría desear —añadió.

“Un hombre como tú”.
“Un mestizo como tú”.
Por supuesto.

—. Por más que desee librarme de ti por esta gran ofensa, no tengo las pruebas suficientes para tal cosa, por lo tanto, mantente alerta —observé su fría mirada por el rabillo del ojo. —. Solo necesito un mero desliz.
Honor.
O quizás, un podrido fruto de amor en su corazón de roca.

—Así será, señor —concluí, sonriendo las crueles palpitadas de mi ceja llenar mis nervios de dolor. —. Me iré primero —avisé, reverenciando mi cuerpo para hacer lo único que sabía hacer mejor, huir.

Baikā Vagary ⚣︎Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang